El tiempo no pasa en el antiguo campo de Muirfield

Las 22 millas que separan Edimburgo del campo de Muirfield, donde desde hoy se disputa la 142 edición del Abierto Británico, son una especie de viaje en el tiempo.Un viaje al pasado, a las raíces más profundas del golf. Que el grande más antiguo y con más tradición se juegue en un club fundado en 1744, y que celebró un Abierto Británico en 1892, cuando muchos deportes estaban aún en pañales, da idea del ambiente que se respira entre sus 18 hoyos.El sol ha secado un poco la hierba, dura y a veces árida, y la brisa de un mar que rompe a pocos metros del campo promete un torneo de grandes emociones. El viento azota con una dirección e intensidad diferente en cada hoyo, así que habrá que leer el cielo igual que los greens.Es pura historia lo que se res pira en Muirfield. Mientras el mundo gira a toda velocidad, el tiempo se ha detenido aquí.El centro de acreditaciones ha bajado la persiana a las siete de la tarde, y en los pubs ya no sirven comida cuando han son las nueve de la noche. Cervezas, todas las que uno quiera, como las 150.000 que se calculan serán servidas en el campo durante el torneo. Y 48.000 fish and chips, el tradicional plato...

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