Otros tiempos para el papel

Durante el tiempo que coordiné el Papel Literario, junto con Diajanida Hernández y bajo la dirección de Nelson Rivera, fueron muchas las oportunidades en las que recibimos quejas de nuestros lectores porque les había llegado el diario sin el Papel Li terario encartado. Se angus tiaban pensando que había pasado algo, que no saldría más. Más allá de si debíamos solucionar un problema interno en el encarte del suplemento, siempre me reconfor tó la idea de saber que había mucha gente que leía lo que semana a semana hacíamos en aquella esquina de la sala de redacción. ¡Teníamos lectores! ¿Y cómo no? Si seguíamos haciendo el suplemento literario más antiguo de Latinoamérica, si son 70 años de historia literaria, cultural, gráfica y hasta política de este país que tiene rato yéndose de nuestras manos. ¿Pero qué reclamaban realmente aquellos lectores? Reclamaban su rutina de sábado en aquel entonces circulábamos ese día, literalmente abrir el periódico y tomar en sus manos un papel, páginas impresas para saber qué leer, qué estaban haciendo nuestros autores. Años y años de un papel que se mete en tu casa una vez por semana. Eso era lo que reclamaban...

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