Tiempos de victoria en paz

Cinco señales nos advierten que, con un margen difícil de prever con precisión, el candida to de la unidad democrática resultará triunfador en las elecciones presidenciales del próximo domingo. La primera señal hay que buscarla en la tendencia decreciente de los porcentajes en los resultados del PSUV y sus aliados en las últimas consultas electorales. Porcentajes que pasaron del 62,84% obtenido por el candidato Chávez en las elecciones presidenciales de 2006, al menguado 49,29% acumulado por el oficialismo en el referéndum consultivo de 2007, y el, todavía impreciso, 48% del total de la votación nacional en las parlamentarias de 2010. Y, a la inversa, en el incremento en esos mismos actos electorales de los porcentajes de los factores democráticos que pasaron del 36,9% obtenido por Manuel Rosales en 2006, al 50,7% del Sí en el referéndum de 2007, y el 52% del total nacional en las parlamentarias de 2010. La segunda señal hay que buscarla en lo que dicen las encuestas confiables. En todas ellas, incluidas aquellas que todavía colocan a Chávez por encima de Capriles en la intención de voto, la tendencia más notoria es el estancamiento de la candidatura roja, el crecimiento indetenible de la tricolor y la reducción acelerada de la brecha entre una y otra con datos tipo avalancha, como los de Datánalisis, que registran una caída de 5% del porcentaje rojo en sólo el mes de agosto; Varianza, que calcula la diferencia en sólo 2%; o Consultores 21, que desde agosto le da 4 puntos porcentuales de ventaja a Capriles. La tercera señal hay que buscarla en la calle, en la capacidad de convocatoria y el entusiasmo Âcasi delirio que genera la presencia de Henrique Capriles a donde quiera que va, incluso pueblos y ciudades en donde los rojos han sido mayoría absoluta en todos los comicios, en contraposición al número de eventos que el Comando Carabobo ha tenido que suspender por escasa asistencia o donde el candidato rojo ha tenido que recortar sus tradicionalmente extensas intervenciones para evitar que el descalabro y la abulia se hagan notorios en la televisión. Y la última señal, más cua litativa pero no menos importante, la...

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