Tilda Swinton, la ardiente reina de nieve

Compañera de colegio de Lady Di su estampa también ha quedado criogenizada en otra década, pero en vida, no es una reina de corazones sino de materias cerebrales. Físicamente poco más que una esbelta osamenta y una piel traslúcida, en apariencia desprovista de cualquier capacidad para irradiar calor o empatía hacia el público masivo, es la actriz ideal porque puede deslizarse a la perfección entre la suprema elegancia y la escatología, entre la racionalidad y la entrega absoluta, entre un sexo y otro, entre los miriñaques isabelinos y los desgarros del siglo XXI, como en uno de sus papeles definitorios, el de la película Orlando 1992 de la directora Sally Potter, en la que recorre 400 años de historia como hombre y como mujer. Lo fácil sería concluir que viene de otro planeta e incorporarla a alguna de las teorías conspirativas que vincula a la corona británica con invaso res extraterrestres. Tilda Swinton es la actriz del momento, si es que ha dejado de serlo alguna vez en el último cuarto de siglo, desde que el maestro del cine alternativo homosexual y ángel caído del sida, Derek Jarman, la convirtió en ícono perpetuo del cine y del gusto más exquisito en filmes como Caravaggio 1986. Llega a la raíz del deseo sexual femenino como esposa rusa infiel de un magnate textilero de Milán en la cinta italiana El amante 2009, actualmente en la cartelera venezolana, y se convierte en una de las más duras rivales de Meryl Streep Margaret Thatcher en La da ma de hierro en la carrera por el Oscar como madre de un adolescente que perpetra una masacre en un colegio en We Need to Talk about Kevin. Ya ganó la estatuilla dorada como la...

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