Tirios y Troyanos

Ese extraordina-rio artista y ser humano que es Oscar D?León, aquel humilde muchacho de Antímano convertido hoy en una de las mayores luminarias de la música caribeña en el mundo, fue anfitrión de postín de la boda de su hija Irosca con el grandeliga y catcher de los Cardenales de Lara, Guillermo Quiroz Martí nez. El casamiento tuvo lugar ante el altar mayor de la iglesia La Santísima Trinidad, en Prados del Este, y la recepción en los jardines de una de las casas más emblemáticas de la ciudad: la aristocrática quinta La Granja, otrora residencia de la familia Arismendi, en el Country Club. Decenas de arreglos de rosas rojas sobre columnas plateadas y mesas de prosapia colonial fueron el fuerte de la decoración y suficiente para la belleza del hermoso caserón, obra de Malaussena y escenario de brillantes momentos sociales de la ciudad. Bajo el antiguo gobelino del salón principal, custodiado por hermosos ángeles coloniales, Guillermo e Iroska Âpor lo demás, divinamente vestida de encajes por el español Manuel Mota supieron de una fies ta de bodas absolutamente espectacular. A propósito de la diverti da entrevista que me hizo el colega Jolger Rodríguez para su sección Ping Pong, en la pasada edición dominical del diario, lectores de Maracay me escriben para decirme que no es solo en la urbanización Calicanto donde los nuevos potentados de la revolución compran pro piedades. Las inversiones más grandes las han hecho en El Castaño, una urbanización que, como sabes, ha sido asiento de lo más encopetado de la Ciudad Jardín, desde los tiempos del general Juan Vicente Gómez. Se compran casonas con piscinas que, días después, se vienen abajo para darle paso a unas quintas espantosas, de un gusto tan terrible que pobre Carlos Raúl Villanueva y su quinta La Macarena...

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