En Candelaria hay toque de queda después de las 6:00 pm

La parroquia Candelaria, otrora referencia cultural y gastronómica de Caracas, sufre hoy en día los embates de la inseguridad, la suciedad en las calles y el caos por la acumulación de sedes de organismos públicos en su jurisdicción. Vecinos y comerciantes manifiestan que la calidad de vida ha mermado como consecuencia del aumento de indigentes, mendigos y ladrones en la zona, hasta el punto de que evitan transitar las calles después de las 6:00 de la tarde, pues temen por su vida.

"La Candelaria tiene varios problemas, aunque el peor es la inseguridad. No hay presencia de las autoridades y el hampa opera libremente en nuestras calles. Los clientes han dejado de venir por eso; a las 6:00 pm ya no queda nadie en la calle", asegura Manuel Da Silva, dueño de la tasca Ferrenquín y residente del sector desde 1965.

Como muchos habitantes de la parroquia Candelaria, Da Silva forma parte de la colonia de inmigrantes europeos que se asentó en el lugar tras el éxodo que generó la II Guerra Mundial.

Desde mediados del siglo pasado, la Candelaria comenzó a recibir españoles Âespecialmente gallegos, canarios y vascos y portugueses. Más recientemente, chinos y argentinos también han poblado la zona e importaron modelos de negocios y gastronomía típica de sus lugares de origen, lo que convirtió la parroquia en "un sitio privilegiado", como afirma José Ferreira, dueño de la frutería Ría da Barra desde hace 25 años.

Pero el deterioro prolongado que ha sufrido Caracas afectó negativamente a la parroquia.

"Las calles están sucias; el tráfico es muy pesado. La zona ha desmejorado mucho con el tiempo", afirma Da Silva.

A la inseguridad habitual, los vecinos añaden una queja: la cantidad de refugios de damnificados y edificaciones invadidas, que proliferan.

Carlos Julio Rojas, coordinador de la asamblea de ciudadanos local, señala que los albergues y las invasiones son "focos de violencia e inseguridad que afectan la vida en la parroquia".

Perjuicio silencioso. Dueños de restaurantes y tascas de la zona, desde el anonimato, denuncian que las invasiones han perjudicado silenciosamente sus negocios, pues constantemente se escuchan disparos y peleas entre bandas en las edificaciones afectadas.

"Antes cerraba la barra a medianoche; ahora lo hago a las 9:00 pm", indica Da Silva.

Desde que nuevas personas poblaron la zona, la indigencia ha aumentado, asegura Henry Medina, vecino: "Hay más mendigos y drogadictos por ahí; a veces están armados y atracan a...

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