Trabajan con limitaciones en el liceo Carlos Soublette

No hay nadie en el laboratorio de Química del liceo Carlos Soublette, en San Bernardino. Detrás de las vidrieras están las pipetas, matraces, tubos de ensayo y otros instrumentos que no se usan desde hace tiempo. Los mesones de mármol están cubiertos de polvo; ya ningún profesor escribe en la pizarra verde que cuelga de la pared. Hace dos años fue clausurado ese salón por las filtraciones del techo. La situación es parecida en el otro laboratorio de Química y en los dos de Física, que se encuentran en el mismo edificio. El polvillo blanco que se desprende del techo, al que se exponían alumnos y profesores durante las clases, producía problemas respiratorios. La humedad acumulada también afectaba a quienes utilizaban esas áreas. Por eso decidieron cerrar con llave esos salones. Quedaron en funcionamiento dos aulas en la planta baja, aunque no están en óptimas condiciones. Integrantes de la comuni dad educativa, que prefirieron mantenerse en el anonimato, señalaron que las autoridades del Ministerio de Educación se comprometieron a hacer una inspección para comenzar las reparaciones, pero aún no lo han hecho. En una ocasión representantes del ministerio dijeron que el techo sólo necesitaba pintura, sin embargo, una persona ligada a la institución, que decidió reservar su identidad apunta: Esa no es la solución porque al golpearlo emite un sonido hueco. Pese a las circunstancias ad versas, en el plantel tratan de adaptarse. Los estudiantes cumplen las actividades de Física y Química en los 5 laboratorios de Biología Âen un par de casos lo hacen en las aulas de clasesÂ, y los profesores deben adaptar sus horarios a la disponibilidad de las...

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