La tragedia sobre los hombros de Lionel Messi

El gesto apesadumbrado con el que Lionel Messi se alejó de sus compañeros, después de fa llar el primer penal de la tanda decisiva de la Copa América Centenario hacía presagiar lo peor. Era la reedición de una historia que se repitió demasiadas veces para su gusto.La selección no es para mí.Simplemente no se me da, dijo tajante en la zona mixta, cuando Chile celebraba y sus ojos, aún rojos del llanto inconsolable de la amarga derrota, no se terminaban de secar. Es momento que dé un paso al costado. Ya no puedo seguir acá, remató con la misma escasez de palabras que lo caracteriza.La historia de Messi y Ar gentina parece escrita por un autor griego de tragedias. Sófocles, Eurípides, cualquiera de ellos habría tomado las cualidades del chico de Rosario, al que tuvieron que hacerle un tratamiento con hormonas de crecimiento para convertirlo en jugador de élite, y habría hecho lo que la vida misma le ha proporcionado con su selección.Con el Barcelona todo es brillo. Individualmente nadie puede discutir que es uno de los mejores jugadores de la historia, pero, en East Rutherford, el zurdazo que se fue por arriba del arco de Claudio Bravo volvió a recordarle al mundo que Messi es humano. A veces no parece, pero falla, y casi siempre, además, con su selección.El manejo de la ansiedad después de cuatro finales consecutivas sin ganar...

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