La trampa que es Facebook

Los entusiastas de las redes sociales Âsobre todo en Venezuela, que hoy más que nun ca es un país periférico parecen no reparar en lo que estas plataformas virtuales no comunican explícitamente: que son una plantilla y un conjunto de procesos concebidos según las expectativas de otros. Este momento irreversible de la comunicación social me hace pensar en lo que es una persona. Al comienzo de su novela La edad del arrepentimiento, la escritora puertorriqueña Blanca Anderson Córdova apunta estas coordenadas: Ahí mi atrás, aquí mi cero, ahí yo, o lo que es lo mismo: Ahí el peso de la memoria, aquí lo que voy siendo mientras me froto con las rugosidades del presente y ahí lo que va quedando de mí. Naturalmente, no está previs to que un perfil en Facebook restituya esa dialéctica, aunque el servicio no es modesto y lo pretende: esquematizando pensamientos y emociones fugaces, ayudando a levantar nuestra iconografía biográfica y afectiva, estableciendo el repertorio de nuestros gustos e intereses y poniéndolos en contacto con la versión forzada de otro individuo 2.0 o, aun, con el perfil de cualquier vendedor. Al comenzar a usarlo, a comienzos de 2008, Facebook me pareció tan absorbente y fascinante como la vida soñada de un adolescente retraído pero negado a recluirse en la misantropía. De hecho, lo primero que la interfaz me recordó fue el formato del chismógrafo, esos cuadernos de portada tierna, olorosos a brillo de labios sabor a fresa, en los que las adolescentes de mi generación anotaban los detalles de las personas con opción a convertirse en sus amigos o en sus novios. Mi sensación de fastidio an te Facebook, aparte de mi agotamiento frente a esa rebatiña de egos abandonados al mercadeo narcisista, comenzó a manifestarse por los recursos pictográficos y el código a menudo adolescente con el que el portal formatea la vida y los entusiasmos de sus usuarios. En Facebook uno puede ser fan de Lady Gaga o del legado arquitectónico de Carlos Raúl Villanueva, o puede manifestar su satisfacción, con el gesto de un puño con el pulgar levantado, por lo que...

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