La tranca del juego

El régimen no hará na-da para llegar a acuerdos razonables con la oposición. Basta dete nerse en la conducta que ha exhibido después de las elecciones parlamentarias para llegar a una conclusión que parece irrebatible. No pasó nada entonces, según los cabecillas de la revolución, o apenas se apuró el trago de una circunstancia incómoda a la cual se le puede encontrar alivio como si fuera asunto menor y pasajero. Después de una tempestad que apenas fue un aguacero sin consecuencias, de acuerdo con las cuentas de quienes han buscado la manera de decirnos que solo se llevaron unos moretones que mejoraron con unas curitas y con una mano de carmín, la política iniciada por Chávez seguirá sin modificar su rumbo hasta el fin de los tiempos. Aun cuando la situación no solo permita el descubrimiento de la insólita terquedad de los mandones, su irremediable ceguera, sino también una situación de general calamidad que atañe a todos los venezolanos, los poderes públicos no encuentran razones para hacer cosas distintas a las que han hecho hasta ahora.Ya conocemos la procedencia de las curitas y el carmín. Las provee el servilismo del TSJ, cuyos magistrados se comportan a la usanza de los antiguos manumisos del emperador para avalar la voluntad de la cesárea majestad, como si no tuvieran nexos con una realidad cada vez más abrumadora que los conmina a conducirse en atención a sus solicitaciones.Para los magistrados la realidad no existe, mientras no indique lo contrario Nicolás Maduro. Las provee el CNE, atendido por sus propias dueñas, cuyo oficio se reduce, sin calcular los consecuencias de su sujeción, o calculándolas como inventario doméstico, a poner trabas a las salidas electorales que proponen los políticos de la MUD. Las proveen las fuerzas armadas, para completar, cuyo alto mando presidido por el ministro del ramo se solaza en pregonar su papel de apéndice de una administración inamovible a la cual sirven como guardia pretoriana. No hay parcela de la gestión pública, ni de los asuntos que más importan a la sociedad civil, que los uniformados no interfieran después de confesar impúdico entusiasmo por la causa del madurismo. De los almacenes y de la minusvalía de estos individuos leales hasta la esclavitud, sentina de sumisos sin espacio en una república...

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