Trapitos reales al sol

Los elefantes cuentan con defensores. Muchos. Más de los que tiene el rey Juan Carlos de España. Por eso, cuando el sábado 14 y domingo 15 de abril circuló la información de que el monarca se había roto la cadera en un viaje privado de cacería a Botsuana África, las redes sociales se inundaron de insultos. Nadie le rió la gracia, ni se preocupó por la salud del Borbón de 74 años de edad. La furia fue aún mayor cuando circularon unas imágenes en las que se ve, orgulloso y escopeta en mano, al jefe del Estado español, junto a un elefante muerto. La foto era de un safari anterior, del año 2006; sin embargo, fue en este debate cuando se hizo pública. La gráfica estaba en la página web de la empresa Rann Safaris, que inmediatamente después de la denuncia cerró su portal de Internet. Twitteros, blogueros y usua rios de Facebook no sólo cuestionaron la falta de sensibilidad ante la fauna y la desproporción del capricho real en tiempos de crisis económica, sino la propia existencia de la monarquía co mo institución. Lo siento mucho, no volverá a ocu rrir, declaró Juan Carlos cuatro días después de la publicación de la noticia. Pero ya el mal estaba hecho. Los medios de comuni cación revela ron que el hobby real tenía un costo de entre 30.000 y 45.000 euros. Antojo ostentoso en un país con más de 5 millones de desempleados. Por eso, el coor dinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, señaló que la Casa Real demostraba una falta de ética con respecto a la situación de la nación. Además, justamente ese rey, con su oneroso...

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