Tres luceros

La comunidad internacional es cauta en estos tiempos con relación al futuro de Venezuela. La mayoría de los diplomáticos acreditados en Caracas han tenido que informar a sus cancillerías con mesura sobre el verdadero estado de salud del Presidente y el futuro desenlace de la política de Venezuela ante la posible ausencia o incapacidad del mandatario para seguir gobernando.

El cuerpo diplomático comprueba día a día la falta de transparencia y la poca claridad con que, desde la Casa Amarilla, se maneja esta información en tiempos de incertidumbre. El canciller Maduro, aspirante a sustituir al jefe del Estado, más que facilitarles el trabajo a los diplomáticos ávidos de informar debidamente a sus gobiernos, los somete a las mismas confusiones que tiene la opinión pública sobre la salud del Presidente.

En muchas capitales del mundo, con claros intereses en la Venezuela dadivosa y exportadora de petróleo, confían más en las informaciones que logran sus agentes internacionales acreditados en La Habana que en las provenientes de sus diplomáticos en Caracas.

A muchos de ellos les ha sido difícil explicar la naturaleza de tanto secretismo, más parecido a las actuaciones de los desaparecidos países comunistas de Europa del este y la URSS, que a las exigencias inmediatas de estos tiempos de globalización y apertura comunicacional.

Para estas fechas se debería conocer un parte médico confiable, explicado por especialistas y no por burócratas que, en sus expresiones mezclan la información y la propaganda. El resultado final es que se contradicen y pierden credibilidad. Y, como si fuera poco, lanzan al mundo una campaña: ¡A rezar todos por...

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