Trump, Chávez, Pablo Iglesias y Hitler

El pueblo, a veces, se comporta como una mujer enceguecida que, imprudentemen te, se enamora de un hombre que la maltrata. Mientras más se le advierte, más se involucra con él.Hay que buscar símiles y no eufemismos, para explicar la peligrosísima desgracia que vive Venezuela. Pareciera que estos bichos, a diario, amanecen con un martillote para devastar lo que nos queda de país.Lamentablemente, el culpa ble de la debacle que padecemos los venezolanos, murió sin ver el final de su maligna y destructora obra. Solo quedan sus ojos acechantes como para que no olvidemos su enorme irresponsabilidad.El ocaso de los caudillos, a veces, está acompañado por el ocaso de sus pueblos, tal y como ocurrió con Hitler cuando se suicidó. Mientras el monstruo llevaba su pistola a la cabeza, dejaba tras de sí 60 millones de muertos.La Alemania que lo apoyaba e idolatraba como su canciller eterno, quedó destruida.Millones de alemanes muertos. Cientos de miles de mujeres violadas por soldados rusos. Y 2 millones de soldados alemanes enviados a morir en Siberia. Y ¿todo por qué? Porque un aciago día el pueblo alemán se enamoró de un líder carismático, loco y asesino, a quien creían me siánico. Ojo, no estoy diciendo que el de aquí se comportó igual. Estamos hablando de la forma.Millones de venezolanos se dejaron seducir por el falso mesías. Ingenuos, cultos e inteligentes, lo vieron como...

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