Turismo y divisas

El flamante ministro de turismo, Andrés Izarra (ya ha dado muestras de ineficiencia en otros despachos), asoma la posibilidad de que los hoteles actúen como agentes cambiarios para que los turistas puedan, sin salir de alojamiento, convertir sus divisas en bolívares, a la tasa fijada por el Banco Central, ¡claro está! Valora como estimulante para el turismo internacional una práctica de este tipo, que por lo demás ni es original y, por debajo de cuerdas, nunca ha dejado de practicarse.

El funcionario no parece percatarse de que aligerar un trámite nada significa para quien aspira a hacer que su dinero le rinda; por eso, el turista con malas costumbres, cuando visita países con regímenes cambiarios como el nuestro, tiende a acudir a la práctica ilegal del mercado negro, lo cual constituye un grave delito. Pero hasta en Cuba los visitantes buscan hacer transacciones más lucrativas con sus dólares y euros pese a la estricta vigilancia que priva en la isla.

Obvia Izarra otro problema de fondo: la inseguridad. A cada momento nos enteramos de atracos, secuestros y asesinatos de turistas extranjeros, tanto en tierra firme como en las regiones insulares. A la inseguridad se suman la carencia de servicios adecuados, las deficiencias de infraestructura, la mediocridad de la oferta comercial y las barreras al festejo que arrastra consigo la caprichosa e injustificada recurrencia a una hipócrita ley seca como medida preventiva.

Además, ¡para colmo!, el turista debe soportar racionamientos de agua y luz que afectan la calidad de su estadía y lo predisponen contra un eventual retorno, a menos que se trate de practicantes del llamado turismo de aventura.

El sonriente burócrata a cargo de lo que debería...

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