El último gesto de Jerome Williams

Jerome Williams confesó que nunca antes había visto a aficionados con tanta pasión en las tribunas de un estadio. Esa sensación aumentó exponencialmente cuando experimentó, desde un asiento en el dugout, su primer juego Caracas-Magallanes, a finales de octubre. Por eso pidió la pelota y enfrentó al encarnizado rival en su apertura de despedida del país. En este momento siento mariposas en el estómago, son muchas las emociones. Fue una gran experiencia lanzar aquí, ser parte de este equipo, de estos fanáticos, dijo el derecho, después de ganar el desafío, rodeado por un nutrido grupo de periodistas. Después de la improvisada conferencia de prensa, permaneció en el terreno firmando autógrafos sobre cualquier superficie imaginable arrojada por los seguidores de los filibusteros, durante unos 30 minutos. Una faena que fue interrumpida por el llanto de un niño perdido, que era custodiado por los oficiales encargado de mantener el orden en el José Bernardo Pérez. Me preguntó por qué llora ba y le expliqué que sus padres venían en camino, después de escuchar sus nombres a través del sonido interno, relató Jesús Fachín, jefe de seguridad del equipo. Me pidió que le dijera que se calmara, que le traería un obsequio. Williams corrió al clubhouse y regresó con uno de los guantes rosados, que usa en honor a su madre Deborah, que hace 10 años murió de cáncer de mama, y una pelota. Al...

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