Lo único que podemos pedir es justicia para la funcionaria

Cuando mataron a su esposa en el puesto policial del barrio Monseñor Ramírez de San Cristóbal, el sargento primero de la Guardia Nacional Wilfredo Chacón se encontraba a cientos de kilómetros de distancia, en San Fernando de Apure. Debido a las exigencias del servicio, Chacón apenas contaba con unas horas a la semana para ver a su mujer, la oficial supervisora de Politáchira María Teresa Moreno Rojas, de 27 años de edad, y a su hija de apenas 15 meses de nacida. Ambas vivían en la capital tachirense. Moreno se había reintegrado a sus labores policiales luego de cumplir su reposo posnatal. La institución le daba un trato especial, al asignarle la conducción del puesto más cercano a su vivienda. De esta forma, la mujer podía acercarse varias veces al día a la casa donde también residía su mamá, con la finalidad de amamantar a su primera niña. Para Chacón las cosas mar chaban sobre ruedas. El riesgo para su esposa era mínimo. Ella ni siquiera usaba arma. La oficial cumplía su turno de ocho horas en la instalación, mientras que sus compañeros hacían el patrullaje. En ese lapso, ella tramitaba las denuncias de la comunidad. Podría decirse que el sábado 20 de octubre a las 9:00 am la muerte fue a buscar a la oficial María Moreno hasta su propia oficina. La versión que maneja Cha cón es que la oficial estaba de guardia cuando entró un su jeto huyendo de un grupo que lo perseguía en una camioneta doble cabina. Dos se bajaron del vehículo y dispararon a mansalva contra la instalación. No les importó que perteneciera a la Policía del Estado...

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