El universalismo de Shakespeare

Hay dos maneras contradictorias de dar cuenta de la eminencia de Shakespeare. Si para usted la literatura es primariamente lenguaje, entonces la primacía de Shakespeare es solo un fenómeno cultural, producido por urgencias sociopolíticas. En esta perspectiva, Shakespeare no escribió las obras de Shakespeare las escribieron las fuerzas sociales, políticas y económicas de su época. Pero lo mismo sucede con todo lo demás, entonces y ahora, porque ciertos especuladores parisienses más o menos recientes han convencido a muchos si no a la mayoría de los críticos académicos de que no hay en absoluto autores.La otra manera de explorar la permanente su premacía de Shakespeare es bastante más empírica: se le ha juzgado universalmente como un representador más adecuado que cualquier otro, anterior o posterior a él, del universo fáctico. Este juicio ha sido dominante por lo menos desde mediados del siglo XVIII; se ha vuelto rancio a fuerza de repetirlo, pero sigue siendo simplemente verdadero, por muy trivial que lo consideren los teóricos resentidos. Seguimos volviendo a Shakespeare porque lo necesitamos; nadie nos da tanto del mundo que la mayoría de nosotros consideramos real. Pero en el libro que sigue no me limitaré a partir de la suposición de que Shakespeare palpablemente fue con mucho el mejor escritor que podamos conocer. La originalidad de Shakespeare en la representación del carácter se demostrará exhaustivamente, así como la medida en que todos nosotros fuimos, hasta un grado escandaloso, pragmáticamente reinventados por Shakespeare. Nuestras ideas en cuanto a lo que hace auténticamente humana a la persona deben a Shakespeare más de lo que debería...

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