Los vecinos después de la explosión

Evelyn Marrero corría por la avenida número 1 de José Félix Ribas, en Maracay, cuando advirtió que su madre estaba rezagada. Detuvo la marcha e intentó buscarla entre el tumulto de personas que se alejaban a toda prisa debido a la explosión ocurrida en los depósitos de artillería de Cavim, empresa del Ministerio de la Defensa. Ella sabía, como los demás vecinos, que el muro que separaba el arsenal de la ciudad no ofrecía garantía alguna de seguridad: la estructura parecía diminuta ante la lengua de fuego que sobresalía de las instalaciones militares. La tentativa de escape, sin embargo, no salvó a la mujer de 46 años de edad. Una esquirla que salió disparada la alcanzó y le atravesó la pelvis, recuerda su hermano Juan Itriago. La metralla, que voló por más de 300 metros, también abrió un orificio en el pavimento: los residentes de la zona lo señalan como una prueba de que lo sucedido no fue una pesadilla. La suerte de Marrero Âque el martes hubiera cumplido 47 años de edad pudo ser la de cualquiera de sus vecinos. Maracay recordará la madrugada del 30 de enero como la ocasión cuando se sintió bombardeada. Fue como si, de improviso, se hubiera convertido en el blanco de una fuerza enemiga. Joel Sánchez, de 35 años de edad, bien podría considerarse merecedor de un calificativo: sobreviviente. Cuando se disponía a escapar de su casa en La Coromoto, vio en el aire un proyectil que se aproximaba como en cámara lenta. Mi única reacción fue cubrirme la cabeza con los brazos y agacharme a esperar, relata el mecánico de motocicletas. La munición no explotó, pero sí dañó su vivienda. Desde afuera puede observarse la fractura de una parte de la platabanda, de la reja de la ventana y de la calzada: los escombros aún están a la vista. A Sánchez se le quedó grabado el instante: Quedé tumbado al otro lado de la acera. Tenía fragmentos de piedra incrustados en la cabeza. Siento que volví a nacer. No sé cómo me salvé de esa bomba. La sensación de que la muerte estuvo apenas a un centímetro está fresca entre muchos habitantes de Maracay. Abundan quienes se declaran afortunados por haber...

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