Veinte años de una sana costumbre

Hace 20 años, Venezuela vivía días turbulentos. Una intentona de golpe de estado en febrero, una crisis económica palpable en todos los estratos de la sociedad, la medalla de oro de Arlindo Gouveia en los Olímpicos de Barcelona, eran los temas que daban de qué hablar en un tiempo en el que el fútbol seguía siendo un deporte de colonias, un hecho anónimo aún lejos del ruido vinotinto que hoy se percibe en las masas. En julio de 1992, el Brígido Iriarte fue testigo casi solitario del primer campeonato de lo que eventualmente se convirtió en una dinastía de larga data en el país. Caracas comenzó a construir su leyenda precisamente sobre el césped del Estadio Nacional, ése donde pocos fueron testigos de tantas vueltas olímpicas casi clandestinas, a diferencia de ahora, cuando el Olímpico parece quedar pequeño para el conjunto colorado. En aquel tiempo, el cuadro de la Cota 905 estaba conformado por una mezcla de juventud y experiencia de la que supo sacar partido Manuel Plasencia. Recuerdo que ese era un equipo lleno de talento, comentó el técnico de aquella primera estrella. Eran muchos jóvenes, es taba Gaby Miranda, Gerson Díaz, Ceferino Bencomo, César `Guacharaca? Baena, jugadores que después fueron históricos. Era un equipo lleno de ese carácter y de esa picardía de la flor de la juventud, mezclado con otros experimentados como Nelson Carrero, Saúl Maldonado, que tal vez estaba en el medio de las dos generaciones. En fin, era un gran conjunto, recordó. El guardameta de aquel con junto, que venció al Marítimo en la final que se disputó en el coso de El Paraíso 1-0 con gol de Gerson Díaz, era César Baena. Guacharaca, ahora asistente técnico y preparador de porteros de la selección nacional, aseguró que nunca imaginó lo que vendría después para el Caracas. Ese día celebramos como 300, 400 personas, no éramos muchos. Ahora ir a ver un partido del equipo es otra cosa. La afición creció muchísimo, y la institución fue ganando títulos y se fue haciendo de las más grandes estructuras deportivas del país. Yo estoy muy orgulloso de haber aportado un granito de arena a esto, comentó. Otro de los elementos expe rimentados de aquel equipo, Nelson Carrero, hoy en día abogado, codueño de la firma Carrero, Quintero y Asociados, recordó que el equipo era una suerte de fraternidad, que aún hoy permanece unida. Todos terminamos sien do una familia...

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