La Venezuela pensante

Por mera causalidad estaba en un kiosco de periódicos del este de Caracas digamos Manzanares, para despistar cuando una señora se me acerca y con gesto rotundo me echa en cara que en 2012 vamos a la confrontación final. Que yo no puedo seguir siendo tan blandengue. Y que la Venezuela pensante no aceptará mi complicidad con las vagabunderías del CNE si no dejo de lado el miedo y denuncio por televisión dónde está realmente el fraude. Por supuesto que le dije que tomaría en consideración su señalamiento y le juré por mi madre que haría un esfuerzo para encontrar el coraje que tanto extra ñaba en mí. Y me fui pensando... en la Venezuela pensante. La Venezuela pensante supone otra, no pensante, diferente, inferior. Supone que el pensamiento es un privilegio. Tal vez un don. Quienes se asumen pensantes miran con desdén a los no pensantes, a la chusma quizás. Olvidan que muchos pensan tes diseñaron la bomba atómica que evaporó a 80.000 japoneses en un segundo. Otros diseñaron eficientemente la solución final al problema judío alemán. Y otros pensantes acompañaron a Pinochet a desaparecer para siempre a miles de chilenos. Y pensé en el Ku Klux Klan que mando cruces y ahorcando negros, porque eran inferiores a los blancos sureños. Y pensé en los negros hutus descuartizando a machetazos a un millón de negros tutsis en Ruanda porque eran tan inferiores que los llamaban cucarachas. Y pensé en Stuart Walker, quien hace apenas unos días fue masacrado a golpes y luego quemado...

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