Venezuela duele

Tuve la dicha de residir en Caracas en los albores de los años noventa. Viví en la bella urbanización Los Palos Grandes, fui uno de los tantos argentinos privilegiados de ser bien recibido y poder trabajar allí. Lo hice en la BnaiBrith, una organización internacional de defensa de derechos humanos con sede en Altamira y fui bendecido con el nacimiento de mi primera hija. Venezuela ocupa un lugar central en mi vida; la libertad para trabajar, planificar y conformar mi familia en tranquilidad son hitos que resalto permanentemente del recorrido de mi historia.Me duele Venezuela como a millones de personas que en mi país apostamos cada día a construir sociedades pacíficas y respetuosas de la democracia aunque las sepamos imperfectas, porque tenemos claro y lo expresamos sin tapujos, que es solo mediante el respeto a las instituciones, a la independencia de poderes, a la vida, la libertad y los derechos humanos, que los hombres y mujeres nos desarrollamos y hacemos así que la sociedad y el país progrese.Hoy, Venezuela duele por que vemos su deterioro, porque el fraude, la mentira, la censura, la arbitrariedad, la violencia y la muerte ejercidas desde el poder se apropiaron de su destino. En ri gor de verdad, asistimos con estupor a la exacerbación de la violación de los derechos humanos por parte del Estado, que debe ser el encargado de defenderlos y promocionarlos.Mi país, en esta nueva etapa de gobierno iniciada en 2015, se ha puesto al frente de la denuncia y el llamado a restablecer el orden democrático pleno. Por lo tanto, no habrá de reconocer las elecciones del pasado domingo viciadas de muerte y engaño. Las imágenes son elocuentes, y nada justifica el uso de la violencia. Como...

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