Venezuela nunca ha dejado de ser mi patria

Para muchos, Gabriela Montero es la mejor pianista que ha dado Venezuela desde Teresa Carreño. Pero, sin querer, la fuerza de sus dedos, su expresividad y su asombrosa capacidad para improvisar han quedado de lado por un momento. Su primera composición para piano y orquesta, ExPatria, surgió acompañada de un texto explicativo que fue más allá de las metáforas sonoras y dejó claro lo que siente con respecto al proceso político-social que ha experimentado el país en los últimos tiempos. Envía sus respuestas vía elec trónica desde Boston, donde una nevada la dejó sin electricidad durante tres días y la obligó a reducir su tiempo de práctica. Vestida como una esquimal Âdice preparó los recitales que ofrecerá hoy en Río de Janeiro y mañana en Sao Paulo con la Orquesta Sinfónica Brasileña. --¿Qué motivos la llevaron a mudarse de Venezuela? --Mi primera profesora de piano fue Lyl Tiempo, pero ella en 1978 se mudó a Europa y yo me quedé sin una guía musical. Mis padres fueron en búsqueda de alguien que pudiera tomar su lugar y concluyeron que la persona indicada enseñaba en Miami. Yo sufrí muchísimo al dejar Venezuela. El Gobierno venezolano me otorgó una beca de cinco años y al concluir ese lapso, en 1984, mi familia se vio obligada a regresar y yo permanecí con mi profesora de piano. ¡Fue tal la depresión que mi mamá se tuvo que regresar a Miami para acompañarme! No fueron años fáciles. Aunque no siempre he podido vivir en Venezuela, nunca ha dejado de ser mi patria. --¿Y qué le impide ahora volver? --La vida del artista requiere que, por la agenda de conciertos internacionales, uno viva en el exterior y tenga fácil acceso a las principales ciudades de Estados Unidos y Europa. Varias veces me he residenciado en Caracas. La última vez fue de 2003 a 2006, época en la que se derrumbó el viaducto y me tocó hacer el viaje a Maiquetía Âpor lo menos 50 veces por el Ávila en un vehículo todo terreno. Logísticamente, fue casi imposible atender mis compromisos profesionales. Lo absurdo de esa situación fue una de las razones por las cuales decidí irme al extranjero. Aun así, mi más grande deseo es algún día regresar a mi país. --¿Qué sensaciones la inva den cada vez que vuelve por unos días y realiza el recorrido del aeropuerto a Caracas? --Al aterrizar el avión, sien to felicidad de estar en mi país. Después veo las palabras patria, socialismo o muerte y me embarga una profunda tristeza, porque ésa no es mi Venezuela. ¿Quién quiere ver la palabra...

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