La Venezuela democrática también fue Residencia en la tierra de Neruda

Hernán Gamboa era un niño para el que la palabra recital no significaba nada, pero aun así su padre y Chelique Sarabia lo llevaron al Teatro Verdi de Barinas un domingo por la tarde. Unas cuantas personas estaban allí y sobre el escenario había una mesa, un libro, un vaso de agua y una silla.Los tres tendrían un privilegio que a muchos les gustaría haber gozado.Entró un señor, gordo él, se sentó y comenzó a leer poemas. Era Pablo Neruda. Después me enteré de que quien lo llevó por esos arrabales fue Miguel Otero Silva, que le hizo recorrer Guárico para que viera dónde escribió Casas muer tas , recuerda el cuatrista so bre el autor de Residencia en la tierra .Abundan las historias acerca de recitales de Neruda, gratis e improvisados, realizados por todo el país. En 1959 estuvo en el Teatro Ribas de La Victoria con Luis Pastori. A finales de la década de los sesenta convirtió el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela en un santuario, según crónicas de la época. Caupolicán Ovalles decía que al poeta le gustaban los bares de Sabana Grande. Sus visitas al país eran frecuentes y, aunque muchas eran invitaciones particulares de MOS y María Teresa Castillo, era usual que se involucrara con iniciativas sociales, como en 1968, cuando le regaló un poema, Las aves del Caribe, a Alicia Pietri de Caldera.Le indicó que deseaba verlo incluido en una nueva edición de Páginas para imaginar , el primer libro de Ediciones Fundación del Niño, que era parte de un plan de lectura promovido por la entonces primera dama. La sencillez y el amor por las causas sociales eran parte de lo que Otero Silva llamó su sustancia universal.El mejor poeta es el hom bre que nos entrega el pan de cada día: el panadero que no se cree Dios, dijo Neruda en su discurso de aceptación del Premio Nobel, en diciembre de 1971, ceremonia que MOS presenció y de la cual envió una crónica para El Nacional.El cariño del autor venezolano por el chileno era tal que Matilde Urrutia, la tercera esposa de Neruda, pasó en 1973 parte de su luto en Caracas, donde trabajó con el periodista en la recopilación de textos inéditos del poeta que la editorial española Seix Barral publicó cinco años después, Para nacer he nacido , y que complementa el relato de su vida que comenzó con Confieso que he vivido 1974.Además de su amistad con el autor de Fiebre , las anécdotas revelan otros aspectos...

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