Venezuela en tiradentes

El viaje es largo pa-ra llegar desde Caracas a Tiradentes. Primero hay que volar a Sao Paulo, tomar otro avión a Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, y desde ahí manejar 300 km por una carretera que recuerda bastante a las de Mérida. Finalmente se llega a un pueblo enclavado en la montaña, bastante parecido a nuestro paramero Mucuchíes, sólo que más grande y considerablemente más cuidado y mantenido en su infraestructura colonial. La ciudad es el lugar preferido para vacacionar tanto para los habitantes de Minas Gerais como de los que hacen las cinco horas desde Río de Janeiro. Cada fin de semana las espectaculares posadas, que van desde el rango de lo bonito hasta llegar al lujo absoluto, se llenan y el pueblo cobra una vida que me recuerda a la que tenía nuestra Colonia Tovar en sus mejores fines de semana. En ese escenario alejado, cocineros de todo el mundo se reunieron la semana pasada para el XV Festival Gastronómico y de las Culturas de Tiradentes. Inicialmente, el festival se hizo para promocionar la ciudad como lugar turístico, pero ha ido migrando a una cita en la que se discuten estrategias gastronómicas para Latinoamérica, en un proceso en el que Brasil comienza a unirse a paso veloz al sólido movimiento de integración que tenemos en la parte hispana del continente. Este año estuvieron presentes nombres fundamentales de la escena gastronómica mundial, como el chef brasileño Alex Atala o el español Jordi Roca. Se hicieron presentes también dos de las personas más influyentes en cuanto a matrices de opinión, como son José Capel y Josimar Melo, así como la directora de Madrid Fusión, periodistas de varios países, delegaciones de Chile y del país anfitrión, y por supuesto una delegación de Perú en calidad de coloso gastronómico de la región. En ese contexto, fue halagador que los organizadores decidieran invitar a Venezuela como país protagonista. A nuestra delegación compuesta por una periodista, un productor y tres cocineros le tocó dar dos clases de cocina, dos conferencias, participar en la rueda de prensa y, sobre todo, servir una cena para 135 personas. Con todos los permisos en regla, los venezolanos desembarcaron en tierras mineras con un impresionante cargamento de ají dulce, piñonate, manaca, lau-lau... entre muchos tesoros. La cena se inició con un vuelve la vida presentado en frasco cerrado, con jugo de ají dulce y aire de galleta de soda, luego una ensalada de lau-lau con mayonesa de catara; para...

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