Venezuela en transición IV

Tan pronto como el propio Hugo Chávez informó desde Cuba que el segundo procedimien to quirúrgico a que fue sometido en La Habana fue para extirpar un tumor maligno del tamaño de una pelota de beisbol, un escalofrío recorrió el espinazo del chavismo. Y hasta cierto punto, también el de la oposición. La naturaleza impresionante y casi siempre excesiva del cáncer asocia su presencia a la inminencia de la muerte. Nada ni nadie ha podido arrebatarle a la palabreja esa aterradora connotación de punto final prácticamente inevitable. Convicción en este caso más brutal aún, porque cuando Chávez hizo su anuncio, eludió definir el cáncer que padecía, su verdadero estado de salud y el pronóstico que hacían sus médicos sobre la evolución de la enfermedad. Nada más natural que en la conciencia colectiva del país surgiera una inquietud que de golpe y porrazo echó por tierra las expectativas políticas de unos y otros. Para los partidarios de Chávez, la súbita aparición del cáncer presidencial los ha colocado en una ingrata situación de orfandad política. Para la oposición, abre una duda concreta sobre el desarrollo del proceso de normalización política al que han venido dedicándose desde hace años, de sus relaciones con Chávez y, sobre todo, del desenlace de la actual campaña electoral, ahora bajo amenaza imprevista y cierta, si Chávez no logra salir airoso de la prueba del cáncer. A lo largo de estos años, la consigna con Chávez todo, sin Chávez nada terminó marcando el ritmo de la vida nacional. Un poder absoluto y absolutista que ha venido regulando las acciones tanto de sus partidarios como de sus adversarios. De ahí que ahora, perdido ese sólido punto de anclaje, la enfermedad parece haber convertido las certezas políticas de ayer en angustia existencial. Más insoportable a medida que van pasando los días y la ausencia sostenida del comandante Presidente ha dejado la nave del Estado a la deriva en medio de una tormenta casi perfecta. ¿Qué hacer, se preguntan desde hace tres meses los chavistas, si la enfermedad presidencial se hace irreversible? Pobrecito de mí, se lamentan. ¿Qué me espera si Chávez muere? Por su parte, en las filas de la oposición se impone la incertidumbre. Desde hace años se ha esforzado para contribuir a la construcción de un espacio desde el cual creen que la transición hacia una Venezuela distinta a la actual era una alternativa posible. En el peor de los casos, porque aun...

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