Contra la verdad

Cada vez que se acercan estos días se reactiva, en el chavismo más recalcitrante, las voces dirigidas a condenar a la oposición como una banda de asesinos sedientos de sangre y a los medios de comunicación como una mafia de conspiradores dedicados a ocultar la matanza que estaba ocurriendo. Desde luego que, quienes así opinan, toman a los venezolanos por tontos de capirote y les fabrican una realidad que convierte a los rojitos en héroes que nunca fueron y en defensores de la libertad de expresión de pueblo, cosa que tampoco hicieron.

Pero esa es la única manera que tienen a mano para ocultar lo que realmente ocurrió. Lo que en realidad importa a la hora de consultar la historia con fuentes de primera mano, documentos y testimonios es hacer relucir la verdad sin el manto de la compasión, que es el fin que persiguen los chavistas recalcitrantes, incapaces de aceptar que su gobierno precipitó una situación política muy delicada, al colocar pistoleros y francotiradores para impedir que una marcha pacífica llegara hasta Miraflores.

Si el ataque oficialista desde Puente Llaguno no se hubiera producido, la marcha hubiera llegado a su final sin ánimo de violencia ni descalabro alguno. Pero privó en los sectores más radicales del chavismo la necesidad de "darle un lección" a los manifestantes, porque sus convocatorias crecían en número y en exigencias, y eso desestabilizaba el régimen sectario.

La consigna oficial, según se desprende de las investigaciones independientes, se levantó sobre un objetivo oficialista: si los manifestantes llegan a Miraflores el régimen bolivariano deberá entregar...

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