El vertiginoso ascenso de Chino y Nacho

Ese día llovía de manera persistente. También hacía un frío polar ajeno al trópico. Pero algo hizo que más de uno se levantara de sus asientos, primero por curiosidad y luego por una especie de micro histeria colectiva difícil de predecir. Dos chicas se montan en el ascensor y no marcan ningún piso –porque no van para ninguna parte y apenas se cierran las puertas revelan sus verdaderas intenciones: "Ay, chicos, una foto". Más tarde, un grupo reunido en un pasillo pregunta si Chino y Nacho ya se fueron. La respuesta es afirmativa aunque sea mentira. Ellos siguen en el edificio y permanecerán allí por lo menos una hora más, y al irse, deberán complacer a quienes los esperaron detrás de la puerta para verlos y comprobar que los ganadores del Grammy Latino están frente a sus ojos. Para quien no está acostumbrado a ello, puede resultar abrumador. Pero los baños de multitudes modelan el carácter de quien eligió el aplauso como alimento, así que se toman algunas fotos y finalmente se van. El momento "Chino y Nacho" culminó, dejando una estela de hombres y mujeres impresionados. Quien crea que el torbellino de emociones que generan está reservado sólo para las adolescentes, está equivocado.

De La Orquídea a los Grammy. Con la juventud latente, siempre es fácil mirar atrás. Y si el presente se muestra generoso y el futuro se proyecta prometedor, aún más. Miguel Ignacio Mendoza salió del bachillerato, se fue a vivir a Trinidad y luego a Estados Unidos. Regresó y se asentó en Maracaibo, pero terminó en Puerto La Cruz estudiando Derecho mientras trabajaba como bartender, locutor de una emisora regional y cantante de un grupo llamado Equilibrio. Hasta que entró en un reality show de Venevisión llamado Generación S, en el que conoció a Jesús Alberto Miranda Pérez, un apasionado del béisbol que estudiaba idiomas y que ya había grabado un primer disco que no resultó exitoso en lo absoluto. De allí salieron a la agrupación Calle Ciega y se transformaron en un fenómeno nacional. Sus fotos ilustraron portadas de cuadernos, hicieron series juveniles, canciones para telenovelas y se montaron en todas las tarimas del país. Pero ambos querían más. Abandonaron el grupo a finales de 2006 y se lanzaron como Chino y Nacho, con miras a posicionarse como dúo en el mercado local y conquistar espacios foráneos. Pasaron de la tarima de Sábado Sensacional (que

es su espacio natural en la televisión venezolana) a cantar en todo el continente y a ser invitados Ây nominados...

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