La vía fácil

Las engañifas de la edición masiva han instalado la idea de que cual quier libro vale, por torpe e insolvente que sea, y de que cualquier autor, por mediano e improvisado, tiene derecho a la impre sión y pensemos, aquí, lo que ello supone de gasto inútil, en tiempo de recortes y amarre de cinturones. El equívoco radica en creer que la edición es derecho y no deber; no un merecimiento por el sólo hecho de existir, sino una responsabilidad con el noble oficio de escribir y con el ejercicio sublime del pensar escribiendo. El daño resulta tal, que se engaña a escritores incipientes y bisoños haciéndoles creer que con un libro tal ya publicado forman parte del banquete y que pertenecen al siempre exclusivo registro de la institución literaria, más un tema de esfuerzo sostenido y de crecimiento coherente que de prodigios volátiles y de nuevas plumas que pronto se quedarán sin tinta. Sin pretender símiles deleznables, esto equivale, palabras más o palabras menos, a las dádivas alimentarias que los gobiernos salvavidas ofrecen a su audiencia famélica y sumisa. El daño se extiende y toca ya, y desde hace buen tiempo atrás, a las editoriales privadas y alternativas, casi siempre y en ambos casos indicio de peculio a partir de los escritores, los primeros en la cadena de erogaciones a favor de la edición de su libro y los últimos en la de los beneficios económicos por su obra. Estas empresas buscan editar por editar, también, amparados en el estatus de algunos títulos sólidos en su catálogo y, gracias a ellos, entusiasmar a más de un joven escritor poeta, muchas veces para que, previo pago personal de los gastos de edición, su nombre pueda comenzar a brillar al aparecer contiguamente...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR