Un viaje azul

El azul, color de múltiples significados, es también el color de la esperanza. Todos los días amanece y nos acompaña el azul del cielo, del mar y de las montañas a la distancia. Vemos el azul en la maña na, por la tarde se transparenta con el blanco y el amarillo. Con la noche se oscurece y con la luz de la luna sigue un aire azul. Con las estrellas, en el alba, cuando ya casi amanece, el azul siempre está allí. Hace ya diez años, en 2002, nos encontramos con el azul del índigo, y trazamos líneas de viaje para ver el color de los pueblos del sureste de Asia, de los hombres azules del desierto, de los tejidos andinos y del blue jeans, el eterno azul. El índigo ó añil se obtiene de diversas plantas que contienen indican y es la Indigófe ra tinctoria L la más utilizada. Como es insoluble en agua, se requiere de un medio alcalino y de un agente reductor para hacerlo soluble; entonces el baño toma un aspecto amba rino, la fibra se sumerge en él, luego se extrae y al contacto con el aire el índigo se oxida y retoma su color azul. En la antigüedad, debido a su complejo proceso de preparación, el baño de índigo se restringió a manos de espe cialistas. Su transformación desde el amarillo verdoso a infinitos azules estaba lleno de magia y rigor. En Venezuela aún se encuen tra en forma silvestre la planta base de lo que fuera una importante industria para el país a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX: la pasta de añil. En los Páramos de Mérida permanece el recuerdo del uso de este tinte en sus cobi jas de lana. El descubrimiento del índigo sintético, en 1880, revolucionó la forma de obtención del azul en el mundo, reemplazando en pocos años el uso del añil natural. Hoy en día la cultura del ín digo se mantiene en comunidades tradicionales de Asia, África y Latinoamérica y en un universo de artistas contemporáneos que ven en su proceso una síntesis de la historia, la cultura y la vida. En las montañas del suroeste de China, donde la dorada luz de la tarde baña los arrozales de sus infinitas y empinadas terrazas plantadas de arroz, el pueblo Dong viste de azul intenso, casi negro, un algodón convertido en papel impermeable luego que sus telas teñidas en índigo pasan por un lento y fascinante proceso de inmersión en el zumo de algunas plantas y por su exposición sistemática al sol. En el noreste de Tailandia, el índigo está lleno de superstición y alquimia. En cada hogar la receta para su...

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