Las otras víctimas

Mantener el objetivo. El tema es repetido, pero resulta necesario insistir ante la gravedad de los hechos registrados durante esta última semana. A menos que el lugar de residencia sea una burbuja de cristal, nadie duda que las protestas y la represión se han convertido en cotidianidad, que no es igual a normalidad, por la determinación indoblegable de un pueblo que ha decidido recuperar su libertad.En esta lucha hay varios factores importantes, pero la pasión ocupa un lugar especial.Es el nutriente que alimenta la firmeza, la convicción, el compromiso y la perseverancia, pero puede tornarse muy peligrosa cuando pierde las fronteras o el objetivo. Y las principales víctimas de esta situación han sido los reporteros de los canales de televisión. Muchos no terminan de entender que ellos están haciendo el trabajo en la calle y que no tienen la última palabra sobre lo que aparece en pantalla; además, corren los mismos riesgos que los manifestantes: son golpeados, agredidos, amenazados y robados por uniformados y paramilitares. Tampoco comprenden que el responsable de la censura tiene nombre, apellido e infinitos remoquetes.Por esos motivos, parece injusto que los jóvenes comunicadores tengan que vivir situaciones terroríficas que trascienden la ya espeluznante realidad nacional. O es que alguien con sensibilidad y criterio puede establecer diferencias entre rociar con gasolina a Bernardo Luzardo de Globovisión...

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