2010: El Niño, La Niña y lo viejo

En un año lleno de acontecimientos resaltantes de toda índole para el país Âdevaluación de la moneda, expropiaciones, centrales nucleares, elecciones parlamentariasÂ, han sido los sucesos meteorológicos los que mayor conmoción pública han suscitado. 2010 quedará registrado como una fecha singular, rara, en los anales climatológicos: un año que empezó bajo los efectos de El Niño, termina bajo las consecuencias de La Niña. Así los venezolanos pasamos del racionamiento eléctrico para evitar la interrupción del suministro del fluido del Guri durante la sequía, a las medidas de emergencia por las lluvias de fin de año. Para que tengamos una idea de la intensidad de lo que vivimos, durante estos 12 meses emergieron vulnerabilidades socio-ambientales similares, aunque de distinto rigor, a las constatadas a lo largo de los años 1998-1999 y 20022003: los primeros, correspondientes al bienio Niña-húmedo que finalizó con el colosal des lave del estado Vargas; el segundo, la contrapartida seca o niño cuando la represa de Guri llegó a estar sólo a 4 metros del umbral crítico La intensidad temporal y la amplitud de cobertura nos confirman que estamos en situación de cambio climático, y es necesario recordar que la ONU en los últimos cinco años ha venido insistiendo que la mejor respuesta ante ese fenómeno es la adaptación: los seres humanos tenemos que ajustarnos a una nueva climatología. Para Venezuela se pronostican durante esta centuria aumentos de la temperatura promedio y de la frecuencia de los eventos extremos de lluvias y sequía. En un país como el nuestro, en el que se ha exacerbado la tradición presidencialista, cabe preguntarse si la transformación Para Venezuela se pronostican durante esta centuria aumentos de la temperatura promedio política que el Gobierno nacional intenta llevar adelante bajo la orientación del llamado socialismo del siglo XXI está en consonancia con el cambio climático del siglo XXI. En esta disyuntiva se debe empezar por precisar que el quid del asunto trasciende la cuestión...

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