Engaño vil

AJosefina le faltan dos años para cumplir los 30. No es bachiller, se retiró del tercer año cuando quedó embarazada. Ya tiene tres hijos. Una niña de 11 años de edad y dos varones de 9 y de 7. No tiene trabajo fijo y desde finales de 2010 vive en un refugio. Su marido es obrero de la construcción, pero los sábados y domingos, y algunas noches, es ayudante en un carrito de perros calientes. Su casa fue una de las primeras que se cayeron en Macayapa, en la carretera vieja de La Guaira. Estuvieron damnificados en un hotel de la carretera de El Junquito varios meses. Fue una experiencia desagradable, pero también una enseñanza. Desde que llegaron les dijeron que no se preocuparan, que en poco tiempo les adjudicarían una vivienda, que su cuadro familiar reunía todos los requisitos para ser beneficiario del programa gubernamental. Los cambiaron de refugio, a otro hotel, pero antes los llevaron a una urbanización en construcción entre Cúa y Charallave. Les enseñaron el apartamento modelo, de 64,7 metros, con 2 habitaciones, sala-comedor, cocina y lavandero. Son chiquiticos; en la pieza principal no cabe el juego de cuarto, pero peor es nada, el refugio, el baño compartido, la ausencia de privacidad, depender de los otros hasta para comer. Nada es bueno en el refugio, pe ro uno se acostumbra y aguanta, porque ese es el precio para tener un apartamento, aunque no se tengan los papeles de propiedad y sea...

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