La Vinotinto: ¿y ahora qué?

I.Hasta no hace mucho, la eliminación de la selección nacional de fútbol era costumbre, mera crónica de un revés anunciado. La ilusión no estaba en el menú de los aficionados. Eran tiempos en los que los llamados pasteleros hegemonizaban nuestro fanatismo, presumiendo con sus franelitas brasileñas, italianas o españolas. Desde hace poco más de una década, las cosas empezaron a cambiar un poco y la eliminación pasó a ser resignación, un qué lástima, la próxima vez será, vamos bien por donde vamos. Comenzamos a tener, pues, un poquito de esperanza Pero hoy en día la situación es muy distinta. No asistir al próximo mundial, el año que viene, se nos volvió revés y descalabro porque parecía que podíamos. Ya no nos basta, entonces, que digan que no se clasificó, pero que al fútbol venezolano se le respeta. Que ya no es la cenicienta de Suramérica. Que terminamos muy bien la primera vuelta, que si el uruguayo Cavani no nos mete ese gol, hubiésemos obtenido el boleto y estaríamos festejando. Pero ya nada de lo anterior sirve, no hay vuelta de hoja, la eliminación fue un fracaso, un atentado contra la esperanza de un país. Brasil nos quedó lejos. Al final dependimos del azar, y los dados nos dijeron que no. Aún no alcanzamos el nivel requerido, la realidad nunca ha sabido mentir. No hay, pues, lugar para expli caciones azucaradas dirigidas a consolarnos.II.Las cosas ya no están para que la selección pierda y no pase nada. Eso era antes, ahora toca establecer responsabilidades y tomar medidas. Ventilar las cosas y diagnosticar. Encarar las nuevas expectativas de la gente alrededor del equipo nacional.Uno cree, entonces, que el di rector técnico del equipo debe renunciar, aunque el contrato firmado señale que todavía le queda un rato más en el puesto. Seis años es suficiente, cumplió su ciclo, como se dice en el ambiente futbolero.Hizo lo que podía hacer y nada indica que hará en el futuro lo que no realizó en este período. Ya se sabe, el poder es presa fácil de la inercia, después de un cierto tiempo se aquieta la imaginación y las nuevas ideas no surgen como al principio.La tarea se limita, entonces, a seguir las propias huellas, cuesta inventarse nuevos caminos, rodearse de otra gente. La flauta no suena más. Se le huye a...

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