¡Viva la represión!

Lo señalábamos hace un par de semanas al comentar la farsa judicial puesta en marcha por la última versión oficial del magnicidio: Estamos ante una nueva etapa de la revolución.Es lo que se ha visto y sufrido desde el 12 de febrero. Ante la severa agudización de la actual crisis nacional, el régimen no acordó otra respuesta que valerse de la penumbra informativa para aplicar más y más represión. Esa es la causa de que cada día crezca la lista de presuntos involucrados en la macabra conspiración citados al Sebin a declarar en calidad de testigos, aunque desde el pasado miércoles la fiscal general de la república también se ha sentido en libertad para dictar órdenes de captura contra tres de los seleccionados, porque según ella no tenían intención de acudir al mandato judicial.Frenesí anticipatorio por hacer justicia a su manera de Luisa Ortega Díaz, que llegó al extremo de solicitar a la Interpol detener a los prófugos, un gesto ridículo, pues en este mundo cualquiera con dos dedos de frente sabe que la Interpol no persigue a testigos ni le presta desde hace años la menor atención a las solicitudes del poder político venezolano.No se trata, por supuesto, de las purgas estalinistas de Moscú antes de la II Guerra Mundial o de los procesos de Praga después, aunque la referencia de Nicolás Maduro a la solidaridad de Vanessa Davis con Luis Chataing puede y debe entenderse como una advertencia de futuros males mayores a los chavistas que a partir de ahora muestren la menor debilidad frente al enemigo. Pero es indudable que en la subdesarrollada revolución bolivariana ya no caben las sutilezas ni la maldad absoluta. No todavía. Sí se trata, sin embargo, de la peligrosísima decisión de dejar de lado las amenazas sin consecuencias, como se hacía antaño, y olvidar finalmente los formalismos burgueses. A estas alturas resulta fuera de lugar limitarse a amedrentar a la disidencia con el anuncio de castigos posibles pero improbables. Ahora llegó el momento de recurrir a la inflexible justicia bíblica, aunque con un giro posmoderno. Basta que yo diga que tú has hecho esto o aquello para demostrar que los hayas hecho. Lo que tenemos entre manos es puro terror psicológico. Tal como la describió Kafka en El Proceso del desdichado señor K. O como demostró fehacientemen te la revolución cubana con sus paredones de fusilamiento sumarios.Dos razones marcan la pauta de este súbito salto cualitativo en las relaciones del régimen con sus adversarios. En primer...

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