Volver a Miyó Vestrini

E sta sonrisa, casi completa, redonda, tiene sus aires de alegre complicidad. Pero sus ojos, vistos a través de los gruesos lentes, tal vez insinúen otras frecuencias, opacas, melancólicas. Es Miyó Vestrini, esta vez contra el muro poroso aunque no del todo en el año 1987, captada por Vasco Szinetar en las muchas veces fantasmales y temibles torres de Parque Central, concretamente en el edificio Tajamar, donde estaban las oficinas de Fundarte antes de las llamas y el humo.Vestrini: ella también estuvo de dicada a los asuntos de la cultura.Y justo este es el rasgo que aparece con mayor claridad en Al filo, conjunto de entrevistas compiladas por la emergente editorial Letra Muerta. Sí, la poeta vuelta incisiva preguntadora. Los interlocutores son sus compañeros de la noche. No, no son precisamente entrevistas de rutina. Van más allá del trámite, las prosas del pan y el salario. Son con versaciones en la cercanía y la com plicidad provocadora. Diana Moncada en el prólogo de esta edición que contó con la participación del mismo Szinetar y Javier Aizpúrua propone dos rasgos para acercarse a Vestrini: frontal, avasallante.No hay aburrimientos, tampoco paciencias benevolentes. Las bocas la suya, la del amigo demandado van soltando frases poderosas, llenas de dura, triste elocuencia. Me da por pensar que hay muchos poemas ocultos tras estas conversaciones.Allen Ginsberg decía que no debería haber diferencia entre la conversación con los amigos y la poesía.Vestrini lo sabía y tal vez por eso la tensión que recorre sus preguntas, además de las incisivas prosas con las que abre fuego en cada encuentro caminar por una calle de París, al filo de la medianoche, adquiere especial significado, cuando el compañero es el poeta José Barroeta. De hecho, estos versos podrían estar dedicados a muchos de sus amigos ¿habrá sido este poema primero dicho y luego escrito?: El país, decíamos, lo poníamos en las mesas, lo cargábamos a todas partes, el país necesita el país espera, el país tortura, el país será, al país lo ejecutan, y estábamos allí por las tardes a la espera de algún doliente para...

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