Volver a reír

En el pasado, al menos en el arte y la pintura clásicos, la risa se manifestaba con escasa frecuencia, por no decir ninguna. En la pintura clásica, en los cuadros realizados por los grandes maestros que vemos expuestos en los museos de buena parte del mundo, nadie que se respete a sí mismo ríe. Quizás eran personajes severos y circunstancias muy bíblicas, católicas y dominaba la beatitud antes que el placer de los sentidos, o eran demasiado distinguidos y autoritarios.No hay risas en La sepultura de Cristo, de Tiziano, pongamos por caso; tampoco se escuchan aplausos en La Sagrada Familia del Cordero, de Rafael. ¡A lo sumo, rostros purificados y beatíficos bajo los resplandores místicos! Tal vez por eso la Mona Lisa se hizo tan célebre: si a ver vamos, sería la única, y su sonrisa continúa avivando enigmas y caldeando el estupor y la curiosidad en la otra mitad del mundo.Nadie en el paredón puede estar riéndose mientras Goya recrea los fusilamientos del 3 de mayo y deja para espanto y desolación del futuro humano la crueldad y el devastado rostro de los desastres de la guerra. Si alguien ríe en sus grabados será algún clérigo avaro, un duende o una bruja con los que satirizaba la gazmoña avidez del clero de su tiempo.En cambio, lo que es reciente en el país venezolano es la ausencia de risas y alegrías.Tradicionalmente, nos caracterizábamos por el es píritu alegre y socarrón, un humor a veces grueso y grotesco, de galería, pero que se ejercía con ingenio; éramos expertos en ironizar, en hacer del sarcasmo un terrible cuchillo de palo. Por lo general, el propio gobierno, en cualquiera de sus repúblicas, con sus disparates y declaraciones atravesadas, siempre ha nutrido a los humoristas que encontraban material suficiente para sostener periódicos de mucha risa pero de vida incierta y fugaz, como la de El Fósforo, que se llamó así porque en cualquier momento lo raspaban y, en efecto, ¡apareció una sola vez! Pero con este régimen bolivariano, escalofriante y militar es difícil transformar en humor los permanentes asedios y acciones criminales que perpetra; no resulta nada grato hacer chistes del narcotráfico o de la ferocidad de los paramilitares disfrazados de boinas rojas o colectivos civiles y mucho menos burlarnos como hizo Roy...

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