Votó tranquilo y aferrado a lo que siempre le dio la victoria

Votar es una diversión, un hábito y hasta un ritual para Henrique Capriles Radonski. Ayer, cuando ejerció su derecho al sufragio en el colegio Santo Tomás de Villanueva, lucía sereno Âmucho más que cuando participó en las primariasÂ, con una sonrisa permanente y con la capacidad, incluso, de hacer bromas. El trabajo estaba realizado, sólo quedaba esperar. Capriles contó cómo jugaba cuando era pequeño al acompañar a su madre a votar. Yo me metía y me manchaba el dedo con tinta, le pedía a alguien que lo hiciera, y le decía a mi mamá que yo tenía un contacto que me dejaba votar a pesar de que era menor de edad, expresó. Los periodistas en el lugar celebraron con risas la historia. De no ser por la emoción que desató cuando apareció en el centro de votación, cualquiera podría pensar que participaba en una elección cualquiera Âno la más importante en décadas y en la que él no era uno de los protagonistas. A pesar de que lucía más tranquilo, Capriles se aferró a los rituales que lo acompañaron en procesos anteriores. El más famoso: sus zapatos de la suerte, que son de color marrón, de cuero y lucen desgastados. Desde temprano colgó una foto de estos en Twitter para animar a sus seguidores. Siempre los usó, junto con la misma cédula, en todas las elecciones en las que participó y jamás perdió. Antes de que llegara, la ma yoría de los votantes en el centro electoral había sufragado, pero se quedaron para verlo. El sol obligaba a buscar refugio bajo una sombrilla, un árbol, una pared o una gorra. A pesar de eso, las personas se mantuvieron horas en el lugar. Capriles llegó a las 2:30 de la tarde; muchos lo esperaban desde las 10:00 de la mañana. El agua, que vendían a 10 bolívares, se acabó temprano y un expendedor de cepillados hizo un dinero extra ofreciéndolos a 15 bolívares. Incluso frente al edificio del que salió las personas los esperaban cantando el himno nacional. La cara de cansancio de la gente se convirtió en euforia cuando vieron al Flaco con camisa blanca y los zapatos de la suerte atravesar por entre la multitud. Se formó el remolino a su alrededor, con gritos de emoción cuando se conseguía una buena foto o un apretón de manos del candidato. Él, desde un principio, des pejo dudas sobre su esperanza firme en el árbitro comicial y, ante una pregunta, expresó: Si yo no tuviera plena confianza en este proceso electoral, no estaría...

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