Vuelve el PRI

Si algún régimen político ha tenido éxito en América Latina ha sido el instaurado en México por el Partido Revolucionario Institucional. Permaneció por 70 años en el poder y logró mantener la estabilidad, la paz social y un crecimiento respetable de la economía. Más importante aún es que desterró el personalismo y el militarismo, males endémicos en el resto de la región. La rígida norma contra la reelección presidencial, todavía vigente, fue respetada escrupulosamente. El nacionalismo, que lo caracterizó casi hasta el final de sus mandatos, lo llevó a la primera gran nacionalización del petróleo y permitió que se moderara la presencia abrumadora de su vecino, la primera potencia mundial, Estados Unidos, nada menos. Lo anterior no niega, sin embargo, los defectos y carencias de los anteriores gobiernos del PRI, que fueron muchos. Entre otros, que le faltaba pasar la dura prueba de la alternabilidad republicana para ser considerada una verdadera democracia. Porque, como es bien sabido en América Latina, el monopolio del poder siempre corrompe no sólo a quien lo ejerce sino al entorno político que lo sostiene. Hace 12 años el PRI perdió por primera vez unas elecciones presidenciales y fue sustituido por su viejo rival conservador, el PAN, el cual gobernó durante dos sexenios y democratizó el ambiente político. Como acostumbra a pasar, entonces se denunciaron todas las debilidades del partido de la revolución mexicana y se pronosticó que estaba llamado a desaparecer, que había pasado su hora.

El domingo pasado, sin embargo, el PRI...

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