¿Damnificados?

No se sabe exactamente a cuánto asciende el número de damnificados porque a los más antiguos se les han venido sumando los más recientes, y lo más grave de la historia es que no pocos tienen más de veinte años en la penosa condición de refugiados. El Gobierno es víctima de sus propias políticas de improvisación. De medidas fragmentarias y de corto plazo, como quien se limita a la aplicación de paños calientes. No hay nada peor que esta política de retazos, de respuestas circunstanciales a los graves problemas sociales.

No basta darles un refugio, ni siquiera uno adornado con la palabra "digno", verdadera expresión demagógica que pretende edulcorar la condición de refugiados. Basta con pasar revista a los sitios de Caracas donde estos ciudadanos, considerados de segunda por el gobierno socialista, han sido lanzados a la buena de Dios.

Hay gente que luego de vivir doce años en esos sitios infectos ya no piensa que pueden ser rescatados. Viven encerrados en locales separados por cartones. En una verdadera promiscuidad. Pero lo más grave es que no saben qué hacer con sus vidas. No tienen alternativas. No existe un plan de rescate más allá del refugio o como quiera llamársele.

Quienes desde las universidades, organizaciones no gubernamentales o institutos especializados se han dedicado al estudio de esta tragedia, alertan a las autoridades sobre el hecho de que no basta con brindar ayuda a los damnificados. El segundo paso debe ser prepararlos para que puedan superar la emergencia y reinsertarse en la sociedad.

Aquí radica un problema de enorme sensibilidad y de indudables...

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