¿Sabiduría y rectificación?

Dice el régimen que el primero de eneroHugo Chávez le recomendó a Hillary Clinton, máxima autoridad diplomática de Estados Unidos, olvidarse de Larry Palmer y designar a otro embajador. Recuerda, dicen esas voces adulantes, que Chávez añadió: Rectificar es de sabios. Tanto se creyó Chávez el valor que Clinton le dio a su consejo, que diversos voceros de su gobierno anunciaron jubilosos que Estados Unidos había escuchado las sabias razones de Chávez. De ahí que nuestro comandante-presidente, feliz a más no poder con este presunto regalo de Reyes que acababa de hacerle Obama, se atrevió incluso a insinuar que en lugar de Palmer le mandaran a su amigo Oliver Stone. Como hemos visto, esta con fusión hizo que Washington se sintiera en la necesidad de aclararle a Chávez su malentendido: el nombramiento de Palmer no tiene vuelta atrás, sigue firmemente en pie. Este cuadro desalentador lo completó de inmediato el subsecretario Arturo Valenzuela, al manifestar que las últimas iniciativas legislativas del régimen venezolano, la Ley Habilitante en primer lugar, debían ser analizadas a la luz de la Carta Democrática Interamericana. Para imprimirle mayor peso a esta advertencia, José Miguel Insulza expresó su inquietud ante la dirección emprendida el pasa do mes de diciembre por el Gobierno venezolano. Contratiempos aún peores surgían de pronto en el frente interno y Chávez tuvo que regresar apresuradamente de Brasilia. Mientras las economías de las demás naciones latinoamericanas terminaban 2010 con un saludable 4,2% de expansión, la economía venezolana volvía a decrecer por segundo año consecutivo. Por su parte, el Banco Central informaba que la inflación anual de nuevo rondaba 30%, la tasa más alta del mundo civilizado. Si esto fuera poco, el desabastecimiento de productos alimentarios y medicinas ponía a prueba la tradicional paciencia franciscana de la población. Y la calle, con la aprobación de la ley de universidades, la desaparición del dólar preferencial de Cadivi, en la práctica una devaluación de 65%, y el anunciado aumento del IVA, estaba al rojo vivo. La desobediencia civil, única amenaza que teme Chávez, se presentía ahora a la vuelta de la esquina. En esta encrucijada, Chávez, sin duda bajo la presión adicional de Cuba, cuyo futuro político y económico depende de la estabilidad del régimen...

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