Historia, antropocentrismo, maquiavelismo la perspectiva filosofica de Jacques Maritain.

AutorPortuondo Paj
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HISTORY, ANTHROPOCENTRISM, MACHIAVELISM: THE MARITAIN'S PHILOSOPHICAL POINT OF VIEW

En los actos de todos los hombres, y especialmente en los de los príncipes, contra los que no hay ocasión de reclamar, sólo se mira el fin. Cuídese, pues, el príncipe, de vivir y mantener el Estado, que los medios siempre serán honrosos y loados. Nicolás Maquiavelo. El Príncipe, Cap. XVIII. La responsabilidad histórica de Maquiavelo consiste en haber aceptado, reconocido y sancionado como normal el hecho de la inmoralidad política y en haber afirmado que la buena política, es decir, la política de acuerdo con su verdadera naturaleza y con sus genuinas aspiraciones, es por esencia política no moral. Jacques Maritain. El fin del maquiavelismo, Cap. XI, I.

Una rehabilitación del humanismo

La gigantesca empresa del hombre cristiano secularizado alcanzó espléndidos resultados en todas las esferas, menos para el hombre mismo. Jacques Maritain. Humanismo cristiano, Cap. XIV

Fundamentar la vocación radicalmente humanista del cristianismo y, a través de ésta, proponer la superación del "racionalismo absoluto" del humanismo moderno y de su legado a la contemporaneidad ha sido el propósito de la antropología y de la filosofía política y de la historia de Jacques Maritain (1882-1973). Su tesis acerca del fin del maquiavelismo se sostiene en la consideración del ínsito agotamiento del principio básico existente en la filosofía política de Maquiavelo, según el cual el fin justifica los medios (2). Proclamado universalmente o convertido en supuesto fuera de toda discusión a partir de la modernidad, su agotamiento responde, según Maritain, al estado en que se encuentra la concepción antropológica que lo sustenta. Tal concepción es el antropocentrismo absoluto, la cual, opina Maritain, ha alcanzado el colmo de sus posibilidades. Considera que la consecuencia de su lógica conclusión, esto es, la negación de todo vínculo del hombre con su condición de criatura en la filosofía y en la cultura secularizada occidental, ha encontrado su complemento en la justificación nihilista que excluye toda clase de vínculo del hombre con el Creador.

Sumido en la crisis, que abarca todas las dimensiones de su existencia, el hombre del que nos habla Maritain es el ser que ha olvidado su condición de criatura, la cual constituye su esencial misterio. El pathos de la imagen del hombre del antropocentrismo absoluto desgajó la unidad interior de la esencia humana (3), subordinándola a los transitorios requerimientos de la existencia: lo novedoso; lo útil; los mecanismos de la vida económica y política así como los de la tecnología y el proceso histórico, en sentido general.

El pensamiento de Maritain constituye un llamado a la vital renovación del hombre en la contemporaneidad. Asimilando el espíritu y la intuición esencial del tomismo, Maritain busca en el pensamiento del Aquinatense la inspiración para abordar en su filosofía los graves problemas que el hombre contemporáneo enfrenta. Siguiendo al Doctor Angélico, el "rescate" de la unidad interior de la esencia humana ha de realizarse, según Maritain, en los grados y en las formas posibles de un nuevo acercamiento a Dios y en el retorno al teocentrismo.

Antropología e historia

Y por encima del trabajo del hombre en el tiempo para asegurarse su dominio de la naturaleza material y eliminar progresivamente de la sociedad todas las formas de servidumbre, hay una actividad de sabiduría y amor mediante la cual la inteligencia y el corazón se interiorizan con un bien sin límites, no "dominado" ni "dominable" pero que, finalmente, se da a sí mismo como objeto de fruición. Jacques Maritain. Ciencia y Filosofía, Cap. VIII

El mundo de hoy necesita un nuevo humanismo teocéntrico e integral, en el cual el hombre ha de ser considerado en toda su grandeza y en toda su debilidad naturales (4); humanismo que ha de ser capaz de reconocer en la muerte y en el mal -condiciones propias de la naturaleza humana- la posibilidad de superación que eleva al hombre a la vida eterna desde el nacimiento, y no meramente después de la muerte. Este nuevo humanismo rehabilita a la criatura humana, si bien no sólo desde sus solas fuerzas sino desde sus vínculos con Dios. Exige, por consiguiente, una concepción integral del hombre; en otras palabras, una "antropología integral". Capaz de reconocer en el alma el principio último de la vida del cuerpo (el cual trasciende en el tiempo los límites temporales de su existencia material en y desde sus vínculos con ella (5)) esta concepción del hombre considera además la sujeción de todo agente material en el hombre, en tanto parte integrante de la naturaleza, respecto al determinismo universal (6) . Siendo éste último el objeto de interés de las ciencias de la naturaleza y de la historia (segunda naturaleza), constituye con éstas la base de partida necesaria de tal concepción antropológica, la cual ha de enraizarse, además, tanto en los recursos de la filosofía (Metafísica) como en los de la Teología (verdad revelada).

En Maritain el problema antropológico, es decir, la pregunta por el hombre, trasciende los límites de la razón filosófica para ponerla en contacto con el discurso teológico. Por eso la constitución de una antropología integral, desde esta perspectiva, requiere no sólo tomar en cuenta las facultades, disposiciones, agentes o condiciones materiales y espirituales de los que el hombre dispone, sino también la imposibilidad de asumir esta pregunta en su más alto sentido a través de filosofías divorciadas del reconocimiento y comprensión de la condición criatural humana por su vinculación al Referente que permite su justificación.

Con relación a las facultades del hombre, existen al menos dos cuestiones principales que Maritain toma en consideración: en primer término, la teoría de los grados del saber, la cual examina la naturaleza racional del hombre; en segundo término, la interpretación del progreso histórico, que pone de manifiesto la problematicidad de los límites de la razón, los cuales no responden directamente a los condicionamientos históricos que sólo permitirían justificarlos como expresión "incompleta" de un proceso universal en el cual la "verdad absoluta" podría ser alcanzada históricamente por aproximación, mediante el esfuerzo humano en la sucesión de generaciones.

La inteligencia humana arraiga en los sentidos, en los que se sujeta y de los que se vale. Es por eso que aún cuando la razón puede elevarse hacia el Ser, esto es, puede visualizarlo (7), requiere de un progresivo esfuerzo de abstracción en el que la visualización eidética se despoja por grados de las determinaciones espaciotemporales del ens mobile (de las diversidades cualitativas y de la estructura cuantitativa de la materia, tanto de la sensible como de la inteligible, tal y como ha sido interpretado en la tradición platónica), despojándola gradualmente del determinismo al que están también sujetos los mecanismos psicológicos de la conciencia. Corresponde a la Metafísica, que supera los grados del saber correspondientes a las ciencias de la naturaleza, colocar a la inteligencia en el propio seno del Ser en sí.

Hasta aquí alcanza el trabajo de la inteligencia, puesto que la Teología, que la supone y sobrepasa al mismo tiempo debido a que se sustenta en la verdad revelada, se vuelca hacia la sobreeminencia o trascendencia del Ser. Ciencia por excelencia y diversa de la Metafísica, la Teología abre paso a una razón que, amorosa a través de la fe (fe razonadora o discursiva) en la búsqueda de la...

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