Fenomenologia de la expresion y la objetivacion del conocimiento en Cassirer.

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PHENOMENOlOGY OF EXPRESSION AND KNOWLEDGE'S OBJETIVATION IN CASSIRER

Introducción

El presente esfuerzo tiene como propósito la exposición de la fenomenología de la expresión desde el punto de vista de Ernst Cassirer. Cabe mencionar que la concepción de la expresión, en nuestro autor, se encuentra estrechamente relacionada con la noción del lenguaje. De hecho la expresión, por un lado, podría decirse, es la manera en que el lenguaje se exterioriza, y por otro, constituye el testimonio del fehaciente despliegue del espíritu. Es decir, así como el espíritu posee diferentes niveles de realización por el lenguaje, así también la expresión va a tener diferentes modalidades de acabamiento.

Para nuestro autor existen tres modalidades de la expresión, estas son: la expresión fisiognómica, caracterizada por ser mímica y emotiva. En este primer nivel de la expresión puede recogerse la huella más efímera del espíritu. En segundo lugar, se encuentra la expresión analógica, la cual se caracteriza por el empate entre el contenido de un influjo y la articulación de un signo fonético. En este nivel de la expresión todo signo es relativo, no hay cabida para la universalización, pues el sujeto permanece anclado a la intuición de lo inmediato. Y en tercer lugar tenemos la expresión simbólica, en esta expresión el espíritu encuentra su nivel más alto de desarrollo, pues ya se ha desanclado de la inmediatez de la percepción sensible. El espíritu aquí se despliega con entera autonomía.

Hemos elegido la vía que se esboza a partir de la expresión por dos razones básicas: por un lado, consideramos que por este camino no había sido explorada suficientemente la fisonomía del lenguaje; y en segundo lugar, consideramos que esta vía nos permitía el acceso hacia el fenómeno de la objetivación del conocimiento. Pues sólo mediante la expresión, de acuerdo con el autor, el sujeto podrá ingresar a una realidad común, y a la vez podrá apostar por la objetivación del conocimiento.

Contenido

Nos parece importante comenzar aclarando que la fenomenología de la expresión en Cassirer se encuentra íntimamente ligada a la tematización del lenguaje, de hecho, la expresión resultará indesglosable del lenguaje, así como el lenguaje indesglosable de la expresión, pues en cierta manera, la expresión es la manifestación del espíritu por el lenguaje. Cabe también mencionar que el enfoque desde el cual el maestro de Marburgo desarrolla el análisis de la expresión posee un tinte eminente filogenético, es decir, la expresión, como manifestación del lenguaje, posee diferentes, por así decirlo, etapas geológicas; en donde cada etapa se encuentra engarzada a las demás. Este marco de interpretación, le permite a Cassirer enarbolar una concepción sistemática en torno a la expresión. Y decimos sistemática, no por capricho o en atención a un aspecto puramente formal de la propuesta, sino más bien en atención a la idea de que "no sólo cada factor complejo engloba el factor más simple, no sólo cada momento 'posterior' engloba el 'anterior' sino que, viceversa, también es cierto que aquél está preparado y trazado en éste" (2). La concepción en torno a la expresión ha de ser sistemática, por cuanto que el despliegue del espíritu a través de la expresión ya es de suyo algo sistemático.

Tratando de retener una primera noción en torno a la expresión, se diría, tal como se ha anunciado, que ésta es la manifestación del espíritu a través del lenguaje. En este sentido, la geología del lenguaje coincidiría con la geología de la expresión, en tanto que el lenguaje adquiere realidad sólo por la expresión; por esta razón el autor afirma que para encontrar el orden y los elementos que inciden en el desarrollo de éste "tenemos que distinguir las diversas capas geológicas del lenguaje" (3). Digamos que una manera para aproximarse a la geología del lenguaje, es mediante esta ruta que justamente ahora tratamos de explorar a través de la fenomenología de la expresión.

Debemos subrayar que en el autor de la Filosofía de las formas simbólicas, el lenguaje posee una connotación estrictamente lingüística, es decir, tal noción gira alrededor de la noción de la palabra articulada. Desde luego, el lenguaje representa una versión eminente de las formas simbólicas (4). No obstante, la acepción del lenguaje posee una serie de peculiaridades específicas, de tal suerte que la filosofía puede reflexionar en torno a la unidad y función del lenguaje en el horizonte de sus propias particularidades. El autor dice: "El lenguaje parece poder definirse y pensarse completamente como un sistema de signos fonéticos..., de signos lingüísticos, [el lenguaje] presta una determinada cualidad eidética en virtud de la cual sobrepasan la mera inmediatez de las cualidades sensibles" (5). Esta última función, mencionada en la cita, representa una de las particularidades del lenguaje, a saber, los signos lingüísticos prestan una determinada cualidad eidética en virtud de la cual el sujeto sobrepasa la inmediatez de la percepción sensible.

Este punto es de suma importancia, ya que precisamente en éste, o a propósito de éste, pueden registrarse diferentes contrastes acerca de la naturaleza misma del lenguaje. En primer lugar, se diría que a través del lenguaje, se puede apreciar el dinamismo del espíritu, ya que por el lenguaje el espíritu puede transitar de la mera impresión sensible hacia la representación eidética. El autor dice, "el lenguaje se convierte en un instrumento espiritual fundamental en virtud del cual progresamos pasando del mundo de las meras sensaciones al mundo de la intuición y la representación" (6). Se diría que es justamente la presencia del lenguaje, es decir, la presencia de la primera palabra, lo que distingue el mundo biológico de la pura necesidad, que caracteriza propiamente al mundo animal, respecto del mundo de la intuición o mundo del sentido, propio del hombre.

Por lo pronto, el autor afirma que el lenguaje permite al hombre sobreponerse, mediante una operación eidética, al mundo de la pura sensación.

Para comprender un poco más esto, vale la pena traer a mención la secuencia que el autor sostiene acerca de la estructura encadenada de los momentos de la función simbólica. Ya que en esta secuencia se traza de nueva cuenta el deslinde del espíritu yendo desde lo inmediato hasta lo más elaborado, pues, como dice el autor, "es éste el tránsito en el cual se viene a constituir propiamente la forma del conocimiento científico y en el cual su concepto de la verdad y de realidad se separan definitivamente del de la concepción ingenua del mundo" (7). La estructura de la función simbólica se encuentra trazada por tres fases, la primera de éstas, el autor le denomina, 'función expresiva'. Desde luego, aquí al mentar la noción de expresión el autor se refiere a la expresión de corte emotivo --la que posee un contenido anímico--, es decir, se refiere a la expresión cuasi orgánica, a la más rudimentaria la cual al estar conectada con la naturaleza resulta casi involuntaria, y por lo mismo, en esta expresión existe una presencia mínima del espíritu (sobre la expresión orgánica volveremos enseguida). La segunda de estas fases es la 'función representativa', esta segunda fase es articulada, y se entiende como el conjunto de imágenes que puede producir un cierto influjo, es decir, el influjo de algo, da de sí la gestación de un cúmulo de representaciones; no obstante, el contenido de esta función representativa eminentemente se encuentra enderezada hacia algún objeto en particular, es decir, en la representación ya existe una producción espiritual en el hombre, pues el influjo ahora se ha transformado en un conjunto de imágenes con sentido; y aunque cabe retener que esta representación se encuentra atada a un conjunto de influjos, ahora tales influjos ya se traducen en alguna suerte de signos fonético o escritos. La tercera de estas fases, de acuerdo con Cassirer, es la 'función significativa' (8), esta última faseta es la que nos permite la intuición de una realidad articulada en sus partes. En esta tercer momento, se deja apreciar con todo su esplendor la capacidad simbólica del logos, pues justamente en la función significativa el espíritu "alcanza sus más altos rendimientos, específicamente intelectuales, designando puras relaciones en lugar de cosas o atributos, eventos o acciones, ese acto [es] puramente significativo" (9). La imagen del mundo que se deriva de la función significativa no es la respuesta a un influjo, es más bien una construcción por parte del espíritu a partir de su propia capacidad creadora. Por esto, y en contraste con la primera faseta, puede decirse que en la función significativa existe una menor presencia de lo dado y una mayor presencia del espíritu. Este es el reino del espíritu, reino que ha sido forjado mediante una función libre.

Ahora bien, si hemos traído a mención los momentos de la función simbólica, ha sido con la intención de hacer notar que en nuestro autor existe un paralelismo entre el decurso de la 'función simbólica' y la intercalación filogenética de las diferentes formas de expresión. Cabe aclarar que esta intercalación de las diferentes fases de la expresión nos proporciona al mismo tiempo la imagen del despliegue del espíritu; despliegue...

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