Aires

La obra de Magdalena Fernández es tal vez uno de los cuerpos de trabajo que más inte rés ha despertado en nuestro público, consolidando una identificación sensible y profunda con espectadores de todas las generaciones. El recorrido no ha sido fácil, pero la disciplina gestada en torno al discernimiento de ese escenario potencial que la guía, de esa materia volátil que parece escurrirse a cada paso y tras la cual despliega la mayoría de sus proyectos, le otorgan un lugar muy significativo en el arte nacional de las etapas más recientes, terreno que desde hace varios años ya posee sus repuntes y reconocimientos en la escena internacional.En su desempeño varios enla ces se anclan y se desprenden para tramar una perspectiva contemporánea: modulaciones ontológicas y necesidades formales de una experiencia que se dirige hacia instalaciones dentro del hábitat museográfico o en las rutas de la ciudad. Las artes gráficas en la Boston University, la experiencia en Educación mención Física y Matemática en la Universidad Católica Andrés Bello, el diseño en el Instituto Neumann de la ciudad de Caracas y en el Fronzoni Studio de Milán, serán algunos de los peldaños de esa vía que, a principios de los noventa, comenzó a resonar en varios espacios expositivos de nuestro país. En 1996 obtuvo el reconocimiento único de la VIII edición del Premio Mendoza con 2em996, pieza conformada por tubos de PVC y conexiones en aluminio torneado que ampliaron el flexible desplazamiento de una línea interactiva que se transformaba al entrar en contacto con el espectador, propiciando enlaces más allá de lo visual. Al año siguiente presentó su cuarta individual en el Museo de Arte Moderno Jesús Soto 2i997 donde exploró cambios que la trasladaron hacia los territorios de una puesta en escena capaz de sostener la totalidad perceptiva del visitante. Respecto a esta muestra el escritor Roberto Echeto destacó en 1997 que era uno de los proyectos más ambiciosos de esta creadora, donde la pregunta sobre lo que podría pasar con el volumen y el es pectador cuando la oscuridad circundara la obra, desencadenó el uso de un novedoso material de la compañía 3M Scotch Optical Lighting Film, una película con prismas impresos que al meterse en un tubo de plástico transparente absorbía el brillo lumínico, dejando rastros de luz que luego se avivaban en la penumbra.Al insertarme en esta pes quisa llamó mi atención un proyecto que la artista desarrolló justamente después de esta experiencia...

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