Betancourt, político de nación
Autor | Ángel Rafael Lombardi Boscán |
Cargo | Universidad del Zulia |
Páginas | 64-65 |
Interacción y Perspectiva
Revista de Trabajo Social
2011 Vol. 1 n°1 pp.64-65
Dep. Legal ppi 201002Z43506
Copyright 2011
Interacción y Perspectiva
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RECEN SIONE S
Betancourt, político de nación
Ángel Rafael Lombardi Boscán1
1Universidad del Zulia
Correo electrónico: bucefalo3123@yahoo.es
En un país cuya memoria es endeble, frágil y sin compromisos. En un país cuya
dinámica social se ha visto trastocada por una voluntad férrea de poder. En un país
que demuele sin arrepentimientos estatuas y el recuerdo positivo de nuestros próceres
civiles: termina siendo un país condenado al infortunio. Y si a esto le agregamos la
pobreza que envilece, y una violencia social que nos hace involucionar al Medioevo,
junto a instituciones secuestradas donde campea la impunidad administrativa en el
manejo pulcro de los recursos públicos, el cuadro, es cuando menos, de tierra arrasa-
da.
Los temas de los historiadores siempre son contemporáneos, y están puestos en
el ojo del huracán del momento. Ante la decadencia de AD y COPEI en la década de los
90 del siglo pasado, las biografías “reivindicativas” de Juan Vicente Gómez no se hicie-
ron esperar. Sin querer queriendo, muchos muy buenos historiadores, entre ellos
Tomás Polanco Alcántara, enviaban un mensaje a una sociedad desprevenida y ávida
de orden y paz. El “gendarme necesario” renacía en el subconsciente de una colectivi-
dad acostumbrada, desde los tiempos coloniales, a reclamar por un gobierno de fuer-
za.
Hoy, por el contrario, luego de los estragos ocurridos en ésta década perdida, re-
nace la necesidad de encontrar en nuestro pasado situaciones y hombres positivos pa-
ra una democracia fundamentada en la decencia. Y es así que tenemos la obra de Ma-
nuel Caballero: Rómulo Betancourt, político de nación (2004).
Caballero, estudia al dirigente adeco desde una posición de admiración y respeto.
Es más, le considera el verdadero fundador de la democracia venezolana, ya que fue el
primero en entender que la toma del poder es un hecho circunstancial donde los acto-
res políticos, a través de los partidos organizados, se intercambian y comparten las
responsabilidades de Estado. Betancourt impone una visión moderna e inédita alrede-
dor del poder, cuando la organización política que fundó, Acción Democrática, cede el
poder pacíficamente a sus rivales. Con todo y las desviaciones ocurridas, el venezolano
de a pie, se acostumbró a que los Presidentes, por muy poderosos que fuesen, tenían
que abandonar el poder al fin de los respectivos mandatos. Y nada de atajos legalistas
y atentados a la Constitución vigente para alterar las reglas de juego.
A los militares, eternos confabuladores, se les puso en el redil a través de la pro-
fesionalización y el acatamiento a los poderes civiles. La lucha contra la malversación
de los fondos públicos, dejó de lado la retorica, siendo Betancourt fiel ejemplo de ello
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