Karl Jaspers y la filosofia de la comunicacion.

AutorPortuondo, Gladys L.

KARL JASPERS AND THE PHILOSOPHY OF COMMUNICATION

Las palabras de Hannah Arendt en una dedicatoria dirigida a Karl Jaspers lo describen como el filósofo de la comunicación en su más alta expresión: "En la vida de usted y en su filosofía se refleja, en todo caso, un modelo de cómo los seres humanos pueden hablar unos con otros incluso en las condiciones del diluvio" (1).

No hay ningún tema fundamental en la filosofía de Karl Jaspers que no se encuentre vinculado al pensamiento de la comunicación: este pensamiento descansa en la base de la concepción jaspersiana de la verdad, de la razón; de la libertad; de la trascendencia; de la fe filosófica; de la autenticidad existencial; del filosofar como "conversión" radical del pensamiento con vistas a la posible existencia y de la propia concepción de la aclaración existencial (2). Jaspers indica que la comunicación puede adoptar múltiples formas, lo que incluye la crítica aguda no sólo del punto de vista del otro, sino la capacidad de provocar de forma radical, a su vez, el autoexamen crítico. La discusión filosófica, cuando es auténtica, reclama una esencia originariamente ética del individuo más que dotes especiales, pues ella se constituye como la tarea de conquistarse mutuamente, en la medida en que racionalmente es posible liberarse de las desviaciones. La falta de comunicación del filósofo es criterio de la falsedad de su pensamiento, por lo que, mutatis mutandis, la verdad filosófica es la patentización de la comunicación existencial: "Es la verdad con la cual vivo y que no solamente pienso; la que realizo convencido y que no solamente conozco; de la cual yo me vuelvo a convencer al realizarla, y no solamente por virtud de las posibilidades del pensamiento" (3). Como lo ha expresado Fritz Kaufmann, el pensamiento de la comunicación señala un punto donde los temas de carácter personal se convierten en el alma de la teoría filosófica (4), comprometiéndola con el proceso de la autoemancipación--a cuyo servicio, no es ocioso recordarlo, la filosofía siempre ha estado dirigida.

La filosofía en cuanto aclaración de la existencia es apelación a la posibilidad última del hombre, la cual constituye en éste el límite incondicionado de toda posibilidad condicionada. Para Jaspers, la existencia es la raíz de todo filosofar desde sus inicios hasta nuestros días, al mismo tiempo que resulta inaccesible al conocimiento en el ámbito de la dialéctica de la subjetividad y la objetividad. La pregunta por el ser tiene su origen en la posibilidad que es el hombre como existencia, cuya realización, empero, pone de manifiesto, en todos los casos, la insuperable falta de correspondencia entre el ser de la y el ser de la trascendencia. Al patentizar la esencia (posibilidad) de su ser únicamente como ser-en-situación, en una historicidad en la que concurren lo temporal y lo eterno y en las condiciones empíricamente dadas de las situaciones-límites como expresión universal de su radical finitud, la existencia sólo se realiza como fracaso de su posibilidad como infinitud. La polaridad de subjetividad y objetividad es, desde la aclaración crítica, manifestación de la posible existencia, y la decisión reviste la misión de trascender la reflexividad para comprometerla en la participación comunicativa. La comunicación existencial es la forma "inobjetiva" de la aclaración, en la que ésta encuentra su desenvolvimiento como requerimiento ético-existencial, pues para Jaspers el pensamiento aclaratorio responde a una exigencia de orden ético de la que no puede sustraerse el inevitable riesgo de la realización existencial. Jaspers ha concebido la comunicación en el sentido de una mayéutica existencial, en tanto el nacimiento de la existencia no es posible en el individuo aislado. Pero además, la mayéutica comunicativa es medida y criterio de la verdad filosófica en tanto verdad de la existencia en la que concurren formas de fe irreductibles entre sí, las que encuentran en la razón omnicomprehensiva su posibilidad ilimitada de patentización.

El pensamiento filosófico de la comunicación representa, en la concepción jaspersiana, la propuesta hermenéutica de la interpretación de la comunidad ético-comunicativa desde la existencia fundada en la decisión; el compromiso; la participación y la verdad como valores. La comunicación entre existencias no está sujeta al ámbito de las objetividades empíricas temporales, sino que trasciende lo histórico-temporal. La comunicación como posibilidad existencial trasciende el marco de las objetividades (incluyendo el de la objetivación de la subjetividad) en virtud de la relación comunicativa con el otro, que no es sólo "apertura" del "horizonte de sentido" en el ámbito del lenguaje, de la conciencia o de cualquier otra inmanencia intersubjetiva, sino apertura a la trascendencia a través de la alteridad inobjetiva existencial (5). También la comunicación es un criterio que permite superar el universalismo formal a través del reconocimiento de la autonomía del sujeto (6), manifestada en su original historicidad desde la universalidad racional de las estructuras del lenguaje como mediación comunicativa que patentiza la posibilidad y la exigencia racional (trascendental) de la comunicación ilimitada. La patentización existencial de la comunidad comunicativa no se realiza en lo universal, sino por medio de lo universal en la historicidad.

La comunicación contiene una "lógica objetiva" por la que la razón humana se desenvuelve hacia formas crecientemente inclusivas y universales que amplían las posibilidades de compartir el proceso de la auto-aclaración existencial. (7) Jaspers se refiere al pensamiento de la comunicación como la "cuestión fundamental" tanto de la vida práctica, como del pensamiento filosófico sobre ésta, del modo que sigue a continuación:

"El hombre llega a sí mismo solamente junto con otro hombre, nunca a través del mero conocimiento por sí solo. Llegamos a nuestra mismidad solamente en el grado en el cual el otro llega a sí mismo; llegamos a ser libres solamente en la medida en que el otro llega a ser libre. Por esta razón, el problema de la comunicación entre hombre y hombre fue para mí, primero que todo (desde que iba a la escuela) la cuestión práctica, y después, la cuestión fundamental filosóficamente pensada de nuestra vida. Finalmente, todos los pensamientos podían ser juzgados por esta cuestión básica, si ellos ayudan o interfieren la comunicación. La verdad en sí misma podía ser medida a través de esta norma: la verdad es lo que nos une realmente, y bajo esta exigencia: medir el tipo de verdad por la verdad de la unión que se hace posible a través de ella" (8).

La razón filosofante omnicomprehensiva es voluntad ilimitada de comunicación, pues "con imperturbable confianza en las posibilidades ilimitadas de la totalidad del Ser ... exige que el riesgo de la comunicación deba tomarse una y otra vez", por lo que toda negación de la comunicación "es equivalente a la negación de la razón en sí misma" (9). No es posible filosofar sin comunicación. El pensamiento filosófico es verdadero en la medida en que reclama comunicación: "toda filosofía impulsa a la comunicación; se expresa, quisiera ser oída, en el hecho de que su esencia es la coparticipación misma y ésta es indisoluble del ser verdad" (10). En su esencia, la filosofía no es sino "coloquio con los hombres" (11) que requiere, antes que un saber, la disposición al examen crítico. De ahí que ningún filósofo puede ser representante de una autoridad, pero tampoco ser su servidor: "Su independencia, fundada en una existencia referida a la trascendencia, le permite permanecer dueño y señor de sus pensamientos, y aún de sus buenas acciones y sus extravíos..." (12). Siendo exponente de la comunicación existencial, el filósofo busca que cada quien llegue a "convencerse por sí mismo, a pensar por su cuenta, para que la propia responsabilidad se intensifique por la comprensión, y no se rebaje a imitación" (13). Al rechazar toda posible autenticidad de la verdad en las filosofías "proféticas" (entre las cuales menciona como ejemplos al marxismo y a la filosofía de la historia de Hegel), Jaspers señala que el filósofo no pretende ser un modelo a imitar--del mismo modo que evita "rebajarse" a ser una imitación en sí mismo-, así como no se considera en "posesión" de la verdad, ni reclama tener discípulos. Aún cuando representa al ser del hombre incluso en sus rasgos frecuentemente defectuosos (14), el filósofo es al mismo tiempo la expresión más acabada de la existencia independiente. Como representante del pensamiento de la libertad en la comunicación, su misión radica en transmitir el impulso hacia la verdad, del cual él mismo se ha hecho heredero:

"El filósofo ... se sabe conexo con la sucesión secretamente manifiesta de hombres que emprenden una búsqueda bajo los auspicios de la libertad. Los luminosos eslabones de esta cadena son los pocos filósofos grandes que, no buscando adeptos, y hasta...

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