El paraíso perdido

Para Giuseppe y Jenny Se dice que encontraremos el paraíso perdido solo después de haber alcanzado y conocido lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande; lo que, a su manera, proponía William Blake ya avanzado el siglo XVII: Para ver un mundo en un grano de arena y un paraíso en una flor silvestre sostén el infinito en la palma de la mano y la eternidad en una hora.También se asegura que pa ra llegar a él se precisa recorrer un camino que conduce a un centro místico desde donde brotan ríos esenciales y en la plaza mayor, más allá de cualquier latitud u horizonte conocido, hay un palacio dorado donde vive y reina un príncipe cubierto de polvo de oro y creemos hallarlo allí, pero mientras lo buscamos nos extraviamos y sucumbimos, perecemos en rumbos ajenos, en florestas hostiles sin percatarnos de que el Paraíso se encuentra, vive y respira en nosotros mismos y por torpeza e ignorancia emprendemos su búsqueda, infatigable e infructuosamente, en lugares inalcanzables porque se nos hace difícil, por no decir imposible, sostener el infinito en la palma de nuestra mano. Y en nuestros confusos e intermitentes ramalazos de claridades rastreamos por toda la geografía humana las llaves de la memoria y la rosa del conocimiento sin saber ¡que las llevamos dentro! ¡Es tan poco lo que sabemos de nosotros mismos, entrabados como estamos por el orgullo y la vanidad de creernos indispensables! Recorrer con humildad senderos espirituales puede conducirnos al paraíso pero el paraíso también puede estar en el cuerpo de la mujer o en la apostura del hombre y podemos encontrar en esos cuerpos deleites y desilusiones, ascensos y caídas, palacios de oro y la eternidad en una hora.Se dice, también, que el descanso semanal es una imagen temporal del paraíso.En 1667, John Milton descri bió la caída de Adán y la precipitación del conocimiento en las profundidades de la materia entrelazados con la rebeldía de un ángel resplandeciente y luminoso que, al caer junto con nosotros, fue obligado a cambiar su nombre de Luzbel por el de Satanás y su radiante hermosura se transformó en un ser deforme y abominable, pero...

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